El estilo artístico del escultor Nando Álvarez, de Tomiño, conquista al público en un país tan exótico como China. Prueba de ello es que ha participado en seis simposios para los que fueron seleccionadas sus obras, que ahora están esparcidas por distintas ciudades, para la ornamentación de espacios públicos. A cambio, las respectivas organizaciones le costean todos los gastos de viajes, estancia y compran su escultura. "Es algo bueno para las dos partes", sostiene el artista tomiñés, que ya está preparando su equipaje para desplazarse el 18 de enero a Asuán (Egipto), lugar de su siguiente misión.

La organización egipcia eligió su proyecto para una obra abstracta que representa las aguas del río Nilo.

En Asuán, el tomiñés esculpirá su creación en el Museo de Escultura al Aire Libre. "Mi proyecto será una obra horizontal, trabajada en granito rojo egipcio, que medirá 2,80 metros de largo y unos 90 centímetros de alto, simulando el movimiento de las aguas".

El simposio, en el que participan diez 10 escultores, incluye una presentación oficial en El Cairo y visitas guiadas por varios lugares del país, donde permanecerá durante mes y medio.

Nando Álvarez, que recuerda siempre la vinculación que tiene con su profesor, Antúnez Pousa, ejerce esta profesión desde hace doce años.

El último simposio en el que ha participado ha sido el de Langfang, localidad cercana a la capital china de Pekín, el pasado diciembre. "Era el único escultor español de un grupo de quince artistas chinos y otros seis extranjeros". Acudió después de haber presentado su proyecto, que fue uno de los elegidos.

Formas sintéticas

Álvarez escribe su obra como una escultura "de forma muy sintética, para favorecer la libertad de interpretación". De hecho, se trata de una réplica de la creada para Navarra, tan laureada y divulgada. Consiste en dos figuras de líneas limpias, sobrias y de tamaños diferentes que se unen en una sola. Mide tres metros de altura por dos de ancho y está labrada en granito gris. La ha dejado en los jardines de la Casa de los Arquitectos de Langfang.

"A los chinos supongo que les gusta mi estilo, porque siguen eligiéndome para participar en estos encuentros artísticos que nos benefician tanto a escultores como a la propia organización", cuenta.

Después de sus repetidos viajes al país oriental, ha adquirido nociones básicas del idioma mandarín "que pienso ampliar", aunque reconoce que es complicado porque una misma palabra puede tener diferentes significados, según la pronunciación.

En sus relaciones con las respectivas organizaciones, Nando Álvarez siempre ha contado con intérpretes.

Le gusta la comida china, "mejor la que se vende en la calle que la servida en el hotel", dice, y ya tiene sus platos favoritos.

Sumamente discreto, Nando Álvarez admite que ha encontrado el camino adecuado para poder trabajar en lo que más le gusta y, además, poder vivir de ello. La fórmula del simposium es una gran oportunidad que seguirá practicando para trabajar en países lejanos en los que dejará su sello de artista tomiñés.