Puede ser un caso más de la falta de respuesta de la Administración en la aplicación de la Ley de Dependencia, pero clama al cielo. En Arbo una familia muy humilde sufre al límite la desgracia de que uno de sus miembros, de 20 años de edad, sea discapacitado físico e intelectual y necesite cuidados especiales.

Jesús Rivero tiene 20 años y no ve, no habla, ni anda. Este vecino de Vilar de Cabeiras, nació prematuro con cinco meses y además de discapacidad física e intelectual padece problemas respiratorios.

Hasta junio de 2010 estuvo ingresado en un centro de la Asociación Gallega San Francisco (Agasfra) gracias a la ayuda de la ONCE. Sin embargo, después de tener que ingresar en varias ocasiones en el hospital, los médicos le recomendaron "cuidados especiales". Por eso su padre, Juan Rivero, se lo llevó a casa.

La familia recibe una pensión no contributiva por el joven dependiente. Su padre es quien se encarga de ducharle, darle de comer, llevarlo al baño, colocarle el oxígeno y todos los cuidados necesarios. Con su fuerza lo levanta en brazos y lo cambia de cama a la silla de ruedas.

Por la tarde, Juan Rivero va a trabajar media jornada porque como explica "tengo otro hijo de 18 años que mantener". Además en la casa, vive su mujer que padece gravemente de los nervios y su suegra de 88 años.

Este vecino de Arbo pide ayuda después de haber pasado quince jornadas, noche y día, en el Meixoeiro con su hijo hospitalizado.

Fue en junio cuando solicitó una ayuda por la Ley de Dependencia pero desde entonces no ha recibido respuesta. Tampoco desde el Concello de Arbo le envían una asistencia de ayuda a domicilio que le ayude a atender a Jesús.

"Los médicos nos dicen que puede durar un año y nosotros lo único que queremos es que esté bien cuidado, nos da igual que sea en un centro especializado o con una persona que lo atienda bien, el dinero no nos importa", explica Juan.

El joven debe recibir oxígeno al menos 18 horas al día y necesita alimentos especiales de farmacia. Corre peligro de atragantarse y por eso debe comer todo en papilla e incluso necesita un espesante para el agua."Todo lo que le damos tiene que pasarse antes por la batidora y tengo que hacerle juegos para que me abra la boca", indica su padre.

Jesús no habla pero se ríe cuando su padre le dice cosas cariñosas y solo está serio y triste cuando está malito. Para llevarlo al médico desde Vilar de Cabeiras hasta Arbo, su padre llama un taxi y una vez en el centro lo coge en brazos para ir a la consulta. "Tengo 50 años y llevo toda la vida luchando, no sé cuánto tiempo más voy a aguantar", dice.

Juan Rivero pide soluciones a las administraciones. "Fui al Ayuntamiento, a la Xunta a Vigo y nadie me da una solución, es inhumano en el tiempo que estamos que este niño esté así", afirma el progenitor, y añade que "la asistenta social del Concello nos atiende bien y hace todos los trámites pero no nos dan respuesta, algo pasa". Asegura que "por el bienestar de mi hijo estoy dispuesto a llevar a los tribunales o donde haga falta" .