Fueron necesarias 26 horas y dos dosis de dardos tranquilizantes para capturar al toro huido el lunes del matadero industrial de Porriño. Ayer, poco después de las 13 horas y tras su localización en A Veigadaña (Mos), un veterinario al servicio del zoológico de A Madroa consiguió dispararle dos dosis de tranquilizantes con un rifle lanza dardos y adormecer al animal para poder apresarlo.

Aunque este toro de 452 kilos y criado en un cebadero de Salamanca, no es un animal de lidia, sino un simple mestizo –salido de un cruce– puso en jaque a un importante operativo de localización, compuesto por más de 16 agentes de la Guardia Civil, varios policías locales de Mos y Porriño y una decena de personas de la empresa cárnica Frigolouro, como si se tratase del más experimentado y peligroso semental de la dehesa andaluza.

Tras escapar el lunes a media mañana justo del espacio previo a la sala de sacrificio, saltando una verja de un metro de altura y partiendo una valla; la búsqueda continuaba con las primeras luces del alba de ayer. El animal aprovechó la noche para salir de su escondite en la zona donde había sido perdido de vista, en la tarde del lunes, y adentrarse en un monte próximo a las casas del lugar de A Veigadaña. La Guardia Civil consideró necesario recorrer la zona con caballos y localizó a varios vecinos que se prestaron a participar en la cacería como jinetes. A las 11.00 de la mañana ya estaba localizado pero los intentos de acercarse a él fueron vanos ya que el animal miraba fijamente a sus perseguidores con tono desafiante y aunque algunos vecinos hablaban con ligereza de lo fácil que sería "coller o boi e atalo polos cornos" nadie se atrevía a aproximarse a una distancia inferior a diez metros.

El Seprona solicitó entonces la presencia de un veterinario con dardos tranquilizantes. El zoológico de A Madroa colabora en estos casos enviando a sus veterinarios y después de las 12.30 horas ya estaba el profesional con su rifle para disparar al toro y permitir su captura.

Aún así, la tarea no fue fácil porque el animal adivinó la presencia del nuevo habitante del bosque que había conquistado horas antes. Al primer disparo huyó despavorido monte abajo; el veterinario a pie y dos jinetes le siguieron. Tras ver que por la parte inferior tampoco había salida, el astado intentó zafarse por un lateral, invadiendo la propiedad de una vecina que lo recibió a gritos.

De vuelta al bosque, un nuevo disparo adormeció al buey que finalmente cayó en un camino. Aun sin fuerzas, el toro se resistió al trabajo de amarre realizado por el personal de la empresa cárnica y por un momento volvió a escapar camino abajo con la cuerda entre los cuernos. Un tractor grúa sirvió para que fuese trasladado al camión de transporte, donde los trabajadores se preocuparon de que estuviese bien amarrado. Tras cerrar la puerta algunos vecinos aplaudieron como si un maestro torero hubiese concluido la faena.

Como un prófugo

Los vecinos de A Veigadaña se tomaron la captura del toro con humor y algunos recordaron cuando hace varios años había sido localizado en el mismo bosque Saturnino Marcos Cerezo "Cancelas" tras huir de la cárcel de Vigo y robar un coche en la avenida de Madrid. "Neste barrio pasan cousas sorprendentes", afirmaba uno de los habitantes.

El toro, de tres años de edad, estaba preparado para ser sacrificado cuando minutos antes de este acto decidió abandonar el matadero, valiéndose de una destreza que no se creía podía tener. En su huida por varias calles de Porriño detuvo coches, asustó a personas, paró un tren durante unos minutos, quiso meterse en la autovía por dirección contraria y a modo suicida intentó embestir a un policía. Finalmente cruzó un río y se mimetizó entre la maleza muy similar a su color, que recuerda los campos de otoño.