Una vecina de la parroquia de Nespereira, en Pazos de Borbén, deberá desprenderse de sus cinco perros debido a una orden judicial. El proceso se remonta a hace siete años cuando la propietaria, María Luisa Pozo, convivía con 19 perros en la finca y fue denunciada ante el Concello por unos vecinos. Ahora, con el apoyo de la protectora Animales Sen Fronteiras, ha conseguido desprenderse de 14, pero no encuentra hogar para los cinco de mayor edad.

El amor a los animales le ha costado un gran disgusto a María Luisa Pozo, una octogenaria residente en Nespereira. Durante años fue adoptando a los perros abandonados de la parroquia hasta que llegó a reunir 19 ejemplares en su casa, rodeada de una finca de 3.000 metros cuadrados. Sin embargo, pronto comenzaron las quejas de los residentes del entorno tanto por las molestias que causaban por los ladridos como por el estado en el que se encontraban los animales.

Las denuncias vecinales obligaron a actuar al Concello, que llevaron el caso al Juzgado. Y la sentencia les dio finalmente la razón, obligando a la propietaria a la retirada de los perros. Tras un primer desalojo, María Luisa Pozo –que actualmente padece demencia senil y carece de familia– pidió ayuda a la sociedad protectora Animais Sen Fronteiras, dirigida por María Luisa Caride, que se hizo cargo de los canes. "Los llevé a un refugio y con mucho esfuerzo conseguimos que fuesen adoptados catorce, pero quedan cinco, los de más edad, que no los quiere nadie", lamenta Caride, que desde hace seis años también cuida de la anciana.

Los perros, con edades comprendidas entre los 9 y los 15 años, tienen complicada una segunda oportunidad en otro hogar, por lo que de ir a una perrera probablemente serían sacrificados, por lo que Caride pide que le dejen mantenerlos en la casa. "Los vecinos tenían toda la razón cuando protestaban por la presencia de los 19 perros en la casa, porque es cierto que no estaban en buenas condiciones y había problemas de salubridad. Pero ahora la situación ha cambiado y los cinco perros están perfectamente cuidados, desparasitados y esterilizados. Es ridículo que nos obliguen a desalojarlos porque no molestan a nadie", apunta.

Caride, que se encarga personalmente cada día de la alimentación y cuidados de los perros, justifica su postura en que todos los vecinos del entorno poseen canes en sus fincas. "Estamos en una zona rural y es normal convivir con animales. Pero si en esta casa no se puede tener a unos perros, pues tampoco se deberían permitir en el resto", señala.

La responsable de Animais Sen Fronteiras asegura que, en el caso de que vuelvan a ejecutar la orden de desalojo, no permitirá que se lleven a los perros. "Si los sacan de aquí se mueren, antes prefiero que me lleven a mí a la cárcel", afirma.

Otra de las quejas de Caride es que desde el Concello sólo se preocupasen del problema de los perros, cuando la que de verdad tenía un problema era su propietaria, que vivía sola en la casa a pesar de su avanzada edad, con demencia senil y sin ningún familiar a quien recurrir. "Todo el mundo sabía el estado en el que se encontraba esta mujer, pero sin embargo los servicios sociales del Ayuntamiento nunca actuaron. No se puede permitir que una persona viva en ese estado, rodeada de perros y basura por todas partes, y dejarla completamente abandonada. Es un claro caso de negligencia del departamento de Servicios Sociais", destaca.

Caride, además, asegura haber sufrido represalias por ayudar a la anciana. En una ocasión apareció su furgoneta con la puerta forzada y con el motor dañado con un ácido cuando la tenía aparcada en la puerta de la casa, y varias veces han saboteado el candado de la puerta de la finca con silicona.