Los alumnos del nuevo instituto de Barral tomaron ayer al fin posesión de sus asientos. Las cosas no fueron fáciles el primer día, pero no todos los días se puede entrar en un centro recién hecho.

La apertura se realizó a la hora prevista y sin inauguración oficial, aunque no se descarta un acto cuando las actividades se normalicen.

Las obras del sendero peatonal no reunían buenas condiciones "porque las lluvias impidieron realizar todo adecuadamente", indicó el alcalde, Salvador González Solla, que añadió que el tiempo jugo una mala pasada.

Los chavales pasaron como pudieron y accedieron a las aulas. La entrada de autobuses no tuvo ningún problema, al menos que inicialmente se vea. Las máquinas de la Diputación asfaltaron incluso con lluvia y terminaron un amplio recinto a las puertas del centro.

Con el agua de la traída no se puede decir lo mismo. Se conectó pero las tuberías estaban vacías y necesitan un tiempo de regulación, así que algunos grifos tuvieron que estar cerrados. Un fontanero que trabajó en el lugar explica que "es normal, sobre todo si la presión suministrada es muy alta". Esperan que hoy queden resueltas las anomalías. También complicado fue el suministro eléctrico al parecer alguien reventó la caja de entrada de la acometida eléctrica posiblemente para robar el cable, lo que motivó una solución urgente a primera hora.

Los nuevos estudiantes del centro que proceden de Ponteareas, Mondariz y Covelo, están satisfechos de poder acudir a clase y hacen cuentas sobre las jornadas de clase perdidas, "en torno a los trece días". Algunos incluso hicieron la señal de la victoria porque su llegada al asiento es como casi como una conquista. Después de la tempestad, la calma.