"Nunca pensei que isto podía medrar tanto". Plácido Rial y su mujer, vecinos de la parroquia de Viladesuso, en el municipio de Oia, todavía no dan crédito a lo que ven en una de sus fincas. Cinco calabazas de enormes dimensiones, casi gigantescas, han crecido casi por casualidad. La mayor de ellas mide dos metros de perímetro y pesa en torno a los sesenta kilos, según los cálculos de su propietario, que se ha encargado de medir el contorno.

Este vecino de Oia está asombrado con la capacidad de crecimiento de estos frutos, especialmente porque ni siquiera los ha plantado. Las calabazas han alcanzado tan extraordinarias dimensiones en tan sólo dos meses y Plácido se pregunta el motivo. Y es que él ha estado recientemente ingresado en un hospital de Vigo y apenas acudió a la finca en los últimos tiempos.

Todo empezó cuando un vecino le dio unas semillas de calabaza para que las plantara, pero las dejó en un cobertizo olvidadas. Su enfermedad le impidió ocuparse del cultivo de estos frutos, que nunca habían tenido cabida en sus huertos. Un día se dio cuenta de que los granos estaban siendo pasto de los ratones y se los llevó a casa para tirarlos a la basura. Al poco tiempo se dio cuenta de que las calabazas nacían alrededor del citado galpón. "Debeume caer algunha semente cando as levei", explica.

En poco tiempo, se convertían en colosales frutas. Tanto, que la familia ya no sabe qué hacer con tanta pulpa. "Dámosllas aos animais e a miña muller tamén fai puré con elas", afirma Plácido, quien sospecha que el terreno donde se encuentran es muy fértil, ya que antiguamente su suegro lo utilizaba como huerto. "Agora só o uso para facer algunha chapuza cando a teño ou para reunir a familia ou os amigos e facer churrascadas". Así, las calabazas forman parte ya de los juegos de sus nietos.