Las vacas y caballos salvajes ya no sólo suponen un peligro para los conductores de Pazos de Borbén y Fornelos de Montes por su continua presencia en las carreteras, sino también para los propios residentes de los núcleos rurales ante la cada vez más frecuente cercanía de los animales a sus casas. El pasado martes dos vacas se pasearon por el centro urbano de Amoedo intimidando a los vecinos e incluso se metieron en el jardín de la Casa da Cultura, lo que obligó a dar aviso a la Guardia Civil. Finalmente los agentes no llegaron a intervenir porque los animales abandonaron el lugar al poco tiempo, en dirección al monte.

A las molestias que causa este ganado en libertad se suman las quejas por los destrozos que provocan en las huertas y fincas particulares, sin que los propietarios de los animales hagan nada por evitarlo. El presidente de la Comunidad de Montes de Amoedo, Manuel Fernández, asegura que en las últimas semanas han aparecido arrasados todo tipo de cultivos e incluso viñedos y plantaciones de frondosas, una situación que está agotando la paciencia de los afectados. En este sentido, recuerda que a finales del pasado año aparecieron tres vacas abatidas a disparos en la parroquia de Amoedo, posiblemente por algún vecino indignado por la falta de actuación de las administraciones públicas para atajar el problema. "Tememos que esta situación se pueda volver a repetir porque la gente está cansada de de los destrozos, e incluso intimidan a los vecinos porque llegan a las puertas de sus casas", comenta Fernández.

Los problemas causados por el ganado salvaje obligó a los comuneros de varias parroquias –Amoedo, Fornelos, Calvos, Ermida, Moscoso, Xunqueiras, Borbén y Pazos– a prohibir el pastoreo sin control por sus montes y a unirse para contratar a una cuadrilla especializada para capturar el ganado para su posterior subasta o sacrificio. Sin embargo, no llegaron a actuar por la falta de permisos por parte de las autoridades.