El litoral de O Con de Moaña se convirtió ayer en un museo viviente de la marítima. A modo de pasarela, la ría acogió el desfile de embarcaciones tradicionales que son y han sido herramienta y símbolo de la pesca en las Rías Baixas. Un total de 31 barcos conformaron esta flota de antaño en la sexta edición del Encontro de Embarcacións Tradicionais. La joya de la colección naviera fue el "Eliseo", un galeón que data de 1908 y que deslumbró por su belleza. El recibimiento en el muelle se hizo con una comida que puso el broche final a una edición récord en asistencia por mar y tierra.

El conjunto de embarcaciones tradicionales que ayer se reunió en el muelle de A Mosqueira fue de lo más variado: Galeones, botes de la ría, gamelas, racús, bucetas, polbeiros y traineras. Naves que, según el tipo de pesca y las condiciones marítimas se construyeron con un diseño diferente. Las bucetas son unas de las más peculiares porque su popa es casi tan estrecha como la parte delantera. "Es como si tuviese dos proas", afirma Pablo Martínez, secretario de la Asociación Sueste. Los polbeiros también resultan llamativos por su extraña relación entre la anchura y la longitud, ya que tienen mucha manga en comparación con la eslora. Pero la joya de las embarcaciones fue el galeón "Eliseo" que data de 1908. Un navío en el que los miembros de Sueste han invertido años de esfuerzo en su restauración. "Todo el mundo admiró nuestro trabajo", asevera Martínez, quien subraya la belleza original de la embarcación, que "tiene unas líneas preciosas". La otra estrella del encuentro fue el "Tarraza" de Fidel Sines, un barco pesquero de origen mediterráneo.

En total ocho asociaciones de Bueu, Cangas, Moaña, Vigo, Bouzas y Combarro permitieron volver a presenciar la navegabilidad de las embarcaciones tradicionales. La viguesa Asociación Remadoira fue el colectivo que más naves sacó a la mar, concretamente ocho. En general, la jornada de ayer fue placentera y animada para el manejo marítimo. Pasadas las doce y media, los barcos salieron del muelle de A Mosqueira y comenzaron el desfile por el litoral. El viento norte, que por momentos fue racheado, puso un ingrediente de aventura a la navegación, sin causar demasiadas complicaciones. Los barcos llegaron a alcanzar una velocidad de 5 nudos (unos 14 ó 15 kilómetros por hora) durante el recorrido hasta el puerto de Meira, donde emprendieron el regreso. La recepción en tierra se hizo con empanada, sardinas y vino y el número de personas que observaron la exhibición fue el más alto desde que se realiza el Encontro. Un evento que finalizó ayer pero que continuará su rumbo el próximo verano. La causa lo merece: mantener la tradición marítima de estas añejas maderas y conseguir que se sigan saliendo a flote.