Con aires de parranda, los contrarios a la Feria de Abril, en campo poco abonado, dieron si cabe mayor aliciente a la programación oficial. Los de Ximbaleu, asociación cultural de "por aquí", aunque al alcalde no le conste, deleitaron a los viandantes con pegatinas, una hoja volandera explicativa de lo suyo y regeifas, aderezadas de gaitas, panderetas y poetas.

Mientras proseguía el programa que, bajo carpa, dirige Tatiana Buján, de cuya capacidad como coreógrafa y directora de la escuela de danza del municipio, no dudan, en concesión graciosa. Acude la gente adonde le place y se detiene ante el espectáculo de faralaes o luce el emblema de controversia.

Por un lado, una serie de bailarinas que presentan lo aprendido de un folclore que se empecinan que sea restringido a su ámbito y que merece proyección y, por el otro, los que dicen que no, quizá porque no hayan sido consultados sobre la procedencia de la convocatoria.

Sí parece asistirles la razón cuando hay coincidencia de fechas en detrimento de lo autóctono o se saltan con mucha pena y son gloria alguna. Concentración de moteros y conciertos de rock no cuentan ahora.