El Celta cerró la temporada con una goleada ante el mejor equipo del último tramo de LaLiga. De nada le sirvió abrir el marcador al Levante con un golazo de Rochina a los once minutos. El equipo valenciano provocó con ese tanto que se despertase "la bestia" celeste, ese dúo que han formado Iago Aspas y Maxi Gómez. Con un doblete cada uno, dieron la vuelta al marcador y sellaron un enorme registro: 40 tantos entre ambos. Con esa productividad excepcional se han convertido en el mejor dúo de goleadores de la historia de un conjunto celeste que se mantiene invicto en casa en lo que va de 2018. Esos buenos registros en Balaídos, sin embargo, de nada han servido para mejorar la imagen de un equipo que se marcha de vacaciones sin cumplir el anhelado objetivo de clasificarse para Europa.

El 4-2 final ante el Levante fue el mejor regalo que los de Unzué podían ofrecer a una afición desencantada por la irregularidad de una plantilla más valorada fuera que en casa, que este verano sufrirá probablemente una profunda transformación. Ayer se despidió Daniel Wass. A ese adiós del danés posiblemente se sumen Jonny Otto, Gustavo Cabral y un indeterminado número de compañeros.

Los cambios en la plantilla, sin embargo, los encabezará Juan Carlos Unzué y su equipo técnico. El preparador navarro deja una sensación generalizada entre la afición de haber desaprovechado el potencial de una plantilla mejor o similar a la que alcanzó las semifinales de la Liga Europa y de la Copa del Rey el curso pasado.

El Celta de Unzué cierra la temporada con fama de equipo irregular y de carecer de carácter competitivo. Ayer dio una muestra más de esas carencias ante un rival que se presentaba en Vigo tras romper la imbatibilidad del Barcelona en LaLiga. Igualados célticos y levantinistas a 46 puntos, nada se jugaban en la clausura del curso salvo unos puestos en la clasificación general y un dinero de los derechos de televisión que agradecerán los contables de los clubes.

Con Aspas y Maxi Gómez como referencia en ataque, Unzué planteó un partido para que su equipo ganase control del balón en el centro del campo, con Lobotka y Radoja manejándose en el doble pivote y con Wass y Jozabed más escorados a las bandas.

Los célticos dominaron en el inicio y a los dos minutos arrancaron los aplausos del público tras una buena combinación que culminó Jozabed, uno de los destacados en la jornada de ayer. El sevillano, que ocupó la posición habitual del renqueante Pione Sisto, y Jonny crearon mucho peligro por el costado izquierdo.

Pero fallaba la definición en los célticos. Todo lo contrario que al Levante, que aprovechó su segunda acción ofensiva para adelantarse en el marcador. Rochina metió de un zurdazo el balón en la escuadra de la portería de Sergio Álvarez. Como en tantas ocasiones anteriores, el Celta disfrutaba con el balón y el rival aprovechaba los agujeros que dejaba a su espalda para castigar con golpes directos.

Los de Unzué entraron en pánico con el 0-1 y su desconfianza fue aprovechada por el rival para buscar el segundo tanto, que evitó Lobotka. El eslovaco, que completaba la temporada sin ninguna ausencia como titular, volvió a ejercer de lanzadera para que Aspas y Maxi ejerciesen como matarifes de un Levante que antes de la primera media hora de juego encajó el primer tanto de la tarde. El uruguayo aprovechó una asistencia del moañés, que poco antes del descanso volteó el marcador tras un pase de Jozabed. En medio de los goles de los célticos, Wass había enviado el balón al larguero de Koke, que debutaba en Primera, al igual que el céltico Molina.

En un partido casi instrascendente, el Celta se había visto obligado a recurrir nuevamente a su pareja de goleadores para dominar en el marcador y devolver la alegría a una afición desencantada. Muchos no se explican todavía cómo es posible acabar más allá de la mitad de la tabla con la segunda mejor pareja de goleadores de LaLiga, solo superada por los barcelonistas Messi y Luis Suárez. Con esas cuatro decenas de goles, el Alavés se quedó en la clasificación general a dos puntos del conjunto vigués.

El partido mantuvo la misma tendencia en la segunda mitad. Los locales volvieron a exhibir su arsenal atómico y a los dos minutos de la reanudación, Maxi Gómez le devolvió a Aspas el favor para que el moañés anotase su segundo tanto de la tarde. Fue una jugada ensayada, en la que Sergi Álvarez lanzó en largo. El catoirense lleva meses intentando repetir la asistencia de De Gea a Aspas en el España-Argentina que se jugó en el Metropolitano. Ayer, el balón del portero le llegó al uruguayo, que forcejeó con el defensa. Éste se despistó y Maxi se llevó el balón por el costado derecho, buscó en la otra punta del campo a Aspas con un certero pase en diagonal. El moañés no falló en la definición y celebró su vigésimo segundo tanto, con el que se proclama ganador del Trofeo Zarra por segundo año consecutivo.El mejor artillero español de LaLiga es de Moaña.

Balaídos, entonces, se entregó a la fiesta que a la hora de juego culminaba Maxi Gómez con el cuarto gol de la tarde. El mejor rematador de cabeza de Europa aprovechaba un saque de córner de Wass para dejar sentenciado el partido e impedir que el Levante, que fue candidato al descenso hasta la destitución de Muñiz, le superase en la clasificación.

A partir de ahí, Balaídos se dedicó a rendir homenaje a jugadores que posiblemente estuviesen disputando su último partido como célticos. Pasó cuando Jonny fue sustituido por Mazan. Aspas, que buscó el tercero para igualar el récord histórico de Mauro como máximo goleador de la temporada del Celta en Primera, fue despedido con una sonora ovación.

Pero faltaba el tanto de Morales, uno de los revulsivos del Levante de Paco López. El madrileño marcó en el minuto 72 en un Balaídos que volvió a rendirse a los goles de Aspas y de Maxi Gómez, que salieron al rescate del Celta en el cierre del ciclo de Juan Carlos Unzué en Vigo.