"Creo que Manolo habría disfrutado más en esta época que en la suya", asevera Hugo Mallo tras unos minutos de conversación. Sin sombra de duda en el rostro, Manolo asiente: "Me encantaría. Y yo era un jugador atrevido y me lo echaban mucho en cara, que me iba demasiado al ataque. En mi época no gustaba que te fueses con el balón controlado. Mi problema es que no era capaz de aguantarme en defensa. Yo veía el fútbol de esa manera y, mejor o peor, trataba de plasmarlo en el campo".

Manolo piensa que se tiene una idea algo equivocada de su juego ". En realidad yo no era un defensa tan aguerrido como se dice. Mis características eran otras, más bien a mí me gustaba jugar como se juega ahora, desde atrás", explica el Gran Capitán.

Claro en aquellos tiempos de fútbol en blanco y negro el juego de toque no se estilaba. "Al principio me encontré con muchos problemas por intentar jugar de esta manera. Incluso hubo un entrenador que me echaba cada bronca después de los partidos porque no quería siguiera que la parara", relata. Y precisa: "A los centrocampistas tampoco les gustaba mucho que el defensa central saliese con el balón jugado, pero así eran las cosas. También es verdad que entonces no había tarjetas ni cambios y los defensas pegaban mucho más que ahora. Para ser delantero en aquellos tiempos había que tenerlos bien puestos".

El liderazgo de Manolo trascendió con mucho al vestuario. El Gran Capitán del Celta se rebeló también contra el régimen de semiesclavitud que los clubes ejercían sobre los futbolistas con denominado derecho de retención, un envenenado mecanismo legal que permitía a los clubes prolongar indefinidamente y de forma unilateral los contratos de los futbolistas. Éste fue precisamente el instrumento empleado por el Celta para impedir el fichaje de Manolo por el Real Madrid, truncando la mayor oportunidad deportiva de su carrera. El año siguiente, en un partido contra el Barcelona, Johan Cruyff le lesionó la rodilla y cercenó definitivamente cualquier posibilidad de cambio. La operación no salió bien y le obligó a pasar tres veces más por el quirófano. Hasta el fin de sus días deportivos ya no volvió a ser el mismo.

Seguramente por este motivo Manolo fue promotor y cabecilla de la "huelga de botas caídas" de 1979, el primer paro de la historia del fútbol español. "Con 34 años, no tenía necesidad de implicarme, pero lo hice y a fondo por lo que me había pasado con el Real Madrid. Lo hice por los compañeros más jóvenes y porque era una cuestión de justicia", asegura. Su liderazgo en la huelga, tuvo represalias. Acaso por eso, se permite dar un consejo Hugo Mallo. "En asuntos de este tipo. Nunca hagas una votación a mano alzada en el vestuario", le previene.

En lo estrictamente futbolístico, Manolo se reconoce admirador de Frank Beckenbauer - "era un defensa distinto, no había otro como él" - y de la selección holandesa inventora del fútbol total. "Eran un equipo en el que los defensas jugaban de delanteros y los delanteros de defensa, tocaban el balón para aquí, para allí, no se había visto nada igual. Era una maravilla. A mí eso es lo me gustaba hacer y era lo que tratabas de imitar. Eso fue lo que me marcó a mí".