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De la nada a la eterna rivalidad

El derbi del sábado carece de interés en LaLiga, pero mantiene más vivo que nunca el pulso futbolístico entre Celta y Dépor

Borja Oubiña y Capdevila, en el derbi de 2004 en Riazor. // Torrecilla

La victoria del Barcelona en Riazor el pasado domingo ha convertido en "el derbi de la nada" el duelo que protagonizarán el Celta y el Deportivo el sábado en Balaídos (18:30 horas). Los eternos rivales nada se juegan ya en LaLiga. Los célticos han dicho adiós a los puestos europeos, aunque matemáticamente conservan alguna opción todavía, mientras que los deportivistas consumaron su descenso a Segunda División al caer ante el campeón de Liga. Pero "un derbi es un derbi", recordaba días atrás Hugo Mallo, capitán del Celta, aunque nada se jueguen estos dos enemigos íntimos. De hecho, el celtismo realizaba ante el Valencia el ensayo general para "O noso derbi" con cánticos sobre las desgracias del adversario del norte.

A lo largo de la historia de los 132 derbis oficiales que vigueses y coruñeses han protagonizado a lo largo de casi un siglo, varios de ellos forman parte de la historia por su trascendencia. Se esperaba que ocurriese también con el duelo del sábado. El Deportivo podía presentarse en Vigo con la necesidad de sumar los tres puntos para mantenerse en la pelea por la supervivencia en la élite. Un duelo a vida o muerte, como los vividos en 2004, 1987, 1970, 1953 o 1940, pero el Barça lo ha impedido.

Días antes de la confirmación del descenso deportivista, Lucas Pérez apelaba al interés por mantener el derbi gallego para que el Celta echase una mano al Dépor en su pelea con el Levante por la salvación. No ha sido necesario recurrir a esa colaboración, pues los de Seedorf se lanzaron al vacío antes de viajar a Vigo. Evitaron así que Balaídos dictase sentencia.

En Vigo, además, se recuerdan algunos clásicos gallegos "de la vergüenza". El de 2004 es el más reciente. El Celta se presentaba en Riazor en la penúltima jornada de Liga en puestos de descenso. Cayó por 3-0 ante el eterno rival, que una semana antes había sido incapaz de plantarle cara al Espanyol en Montjuic (2-0). Los célticos peleaban con los catalanes por la permanencia. "A Segunda, a Segunda", cantó la afición deportivista mientras los célticos lamentaban la derrota que les condenaba al infierno. Su eterno rival concluyó en la tercera plaza.

Más molesto se sintió el celtismo en 1987 con el eterno rival. Ambos peleaban por el ascenso a Primera en una fase de play-off que en la última jornada dejaba al Celta en clara ventaja sobre el Sestao y el Deportivo. El triple empate beneficiaba a los célticos, que tenían ganado el golaverage sobre los coruñeses. Estos decidieron jugar con nueve suplentes ante el Castellón y cayeron por 0-2. El equipo vigués no necesitó la posible ayuda de su eterno rival para alcanzar el premio porque empató en Sestao. El derbi previo a esa fase de ascenso tuvo como protagonista al colegiado Díaz Vega. El partido se disputó en Riazor y los célticos ganaron por 0-1 gracias a un penalti cometido sobre Alvelo. La falta se produjo fuera del área, pero el árbitro concedió la pena máxima.

Otro de estos duelos en la cumbre fue el disputado el 5 de abril de 1970 en Riazor. Ambos equipos se encontraban en peligro de descenso a Segunda. Ganó el Celta, con un gol de Cesáreo Rivera. Minuto 42 de partido. Falta al borde del área del Deportivo. Costas saca en corto para Rivera, que lanza un tiro raso que pasa por debajo de la barrera y se cuela junto al palo de la portería de Joanet. Un tanto que valió una permanencia para los célticos y el descenso de los deportivistas.

En el año 1953, Deportivo y Celta coinciden en una liguilla de promoción de permanencia en Primera División. El equipo coruñés contrata al controvertido Helenio Herrera para dirigir al equipo herculino en estos partidos decisivos. El último duelo enfrenta a los rivales eternos en Balaídos el 12 de julio de 1953. El técnico argentino nacionalizado francés hizo llevar a Vigo su propio té y café por miedo a que les envenenasen. HH quería calentar el ambiente. Es más, consiguió retrasar en veinte minutos el comienzo del partido al no querer salir del vestuario. Se salió con la suya el técnico del Deportivo, que consiguió una victoria (1-3) que le condujo a la máxima categoría. El Celta obtendría finalmente el mismo premio al prohibir la federación que ascendiese el España Industrial, filial del Barcelona por entonces.

Y esta historia de derbis con mucho en juego comenzó con el celebrado en 1940 en Chamartín. Ganó el Celta (1-0). El equipo vigués se mantuvo en Primera y el Deportivo tuvo que esperar un año más para estrenarse en la élite, de la que vuelve a despedirse y poner un paréntesis en los derbis gallegos.

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