Concluya en junio o se prolongue la próxima temporada, la eclosión de Brais Méndez será probablemente el legado más brillante de la etapa de Unzué. Se le recordará por esta apuesta igual que el nombre de Eusebio sale a relucir cada vez que se le escribe una oda a Iago Aspas. Aunque también brilló ante el Sevilla como parte del tridente ofensivo, Brais realizó ayer una actuación descomunal en una posición más próxima a la medular que le permite desplegar sus cualidades con frecuencia a la vez que camufla el problema de su escasa punta de velocidad. El mosense es diésel: se ofrece, toca y se mueve. Imprime ritmo y verticalidad. Y tiene además el instinto necesario para irrumpir por la zona central como en las dos ocasiones en las que bordeó el gol.