Hace ya un par de años defendía en estas páginas, el derecho del Celta SAD a poder crecer e invertir de cara a segurar su futuro deportivo y económico. La oferta de comprar Balaidos y poder construir una Ciudad Deportiva en Vigo por el R. C. Celta parece ser, que chocaba entonces con un impedimento urbanístico y legal consecuencia de la anulación por los Tribunales del Plan Xeral de ordenación urbanística.

El Celta tras muchos desencuentros con el Concello, aceptó la cesión de Balaidos mediante un convenio de explotación y se resignó a tener que buscar en otro municipio limítrofe los terrenos necesarios para construir su Ciudad Deportiva y todas las cartas al parecer las tiene Mos para albergarlo.

Es evidente y además legítimo por parte del Celta y de cualquier otro inversor que se juegue su dinero, tratar de rentabilizar un proyecto dedicando parte del terreno a usos comerciales o industriales y así resarcirse de una inversión millonaria. Nadie invierte y se juega su capital a fondo perdido y nadie además tiene derecho a exigirlo a ninguna sociedad inversora, no olvidemos que a día de hoy el Celta tiene accionistas y es una SAD. El Celta por tanto tiene los mismos derechos a buscar beneficio económico que los promotores de Porto Cabral, complejo Recaré, u otras empresas que quieran asentarse en Vigo para hacer negocio y prestar sus servicios a la ciudad o a cualquier municipio circundante.

Sin entrar demasiado en cuestiones políticas, es evidente por lo anteriormente expuesto, que el argumento contrario a una posible recalificación en Mos por tener una parte de componente lucrativo para el Celta debiera valer igual para cualquier empresa y así nos veríamos en un escenario que expulsaría de nuestra ciudad a inversores y profesionales. El argumento pues en contrario, es falaz, pueril, demagógico y contrario a la libertad de empresa; sin esa libertad hoy Vigo no se hubiera convertido en la ciudad mas importante de Galicia en contenido industrial.

Ese criterio que expongo ahora lo mantuve ya hace dos años y reflexionaba que dejar marchar de Vigo esas inversiones sin buscar fórmulas de encaje jurídico que contempla la propia Ley de Régimen local, era un error que se volvería hacia quienes impedían que en Vigo se invirtiera y se dinamizaran distintas zonas que hoy siguen siendo escombreras insalubres y ruinosas; la antigua fábrica de Álvarez en Cabral es el ejemplo más palmario.

Es evidente, pues, que tratar ahora de frenar esas inversiones en otro municipio, es una intromisión en la libertad del Celta para buscarse la vida allí donde se lo facilitan; simplemente perjudica al Celta que ha protestado con toda la razón. Esa misma razón que han denunciado con precisión la señora Elena Muñoz del PP y el representante de en Marea Rubén Perez no dejan en buen lugar al equipo de Gobierno del Concello que debe de rectificar de inmediato y asumir que Vigo tiene y debe tener vida propia e igualmente los Concellos del Área Metropolitana usando los instrumentos legales y legítimos para generar riqueza.

Las peñas del Celta como es natural, quieren que su Celta pueda crecer y el Sr. Mouriño, con su renuncia a la venta del Celta y su apuesta decidida por generar patrimonio para el club, que ya se ha comenzado a sustanciar con la magnífica sede de Príncipe, ha demostrado que su apuesta es firme y real, que no vende humo, que quiere un Celta grande y que no va de farol. Creo que merece ser apoyado y no zancadilleado sin motivo. El Concello debe cumplir sus compromisos no llegando más allá de sus competencias. Deben volver al consenso y respetar lo pactado sin olvidar que representan a una ciudad y que la Democracia sin respeto no es Democracia, solo incertidumbre y freno al desarrollo. El Celta no se merece esto, y Vigo tampoco.