Sigilosamente, sin armar ruido, pero con una determinación implacable, Brais Méndez se ha ido colando en la vida competitiva del Celta hasta significarse como uno de los futbolistas más valiosos del conjunto de Juan Carlos Unzué en este último mes de competición.

Y no ha necesitado muchos minutos para conseguirlo. El joven centrocampista mosense, de 21 años, se ha reivindicado desde el banquillo con minutos de calidad que han activado al grupo en momentos críticos. Su papel como revulsivo ha cambiado al cara al peor Celta del curso con actuaciones de relieve que han resultado decisivas en al menos cuatro de los cincos puntos sumados por el cuadro celeste en los últimos cinco compromisos ligueros. Su primer gol en LaLiga permitió al Celta rescatar un punto el sábado en San Mamés; su entrada en el campo frente a Las Palmas propició la remontada del conjunto de Juan Carlos Unzué en la única victoria sumada en el mes pasado de marzo.

Aunque todavía alterna sin inmutarse el primer equipo con el filial -en este último parón de la Liga renunció a un bien merecido descanso para reforzar a los de Rubén Albés-, el protagonismo de Brais ha ido creciendo de forma exponencial desde que Unzué lo hizo debutar en Primera División ante el Getafe en la tercera jornada de Liga. El técnico celeste lo ha utilizado en 12 partidos (cinco de ellos como titular) y los 4 de Copa (la mitad entrando desde el banquillo) y el chico ha respondido en general con nota independientemente del rival y el escenario.

En los 397 minutos disputados en la competición regular, Brais suma un gol y una asistencia (ambos en esta segunda vuelta) y ha ofrecido buenas actuaciones como titular en escenarios de tanto fuste como el Camp Nou, pero ha sido entrando desde el banquillo en esta segunda vuelta cuando ha ofrecido sus mejores prestaciones.

Hasta el segundo tramo del campeonato, Brais (lo mismo que Emre Mor) entraba y salía del equipo sin un criterio definido. Tras su debut ante e Getafe permaneció seis encuentros consecutivos e blanco hasta que el técnico lo sacó 11 minutos en el Sánchez Pizjuán. Suplente en la siguiente jornada ante el Leganés, volvió a la titularidad frente al Barça, descansó el siguiente partido y jugó de cara 45 minutos en Balaídos frente al Villarreal (seguramente su peor partido). Desde entonces y hasta la segunda vuelta, su participación fue casi testimonial: 1 minuto en Riazor y 9 frente al Levante en el Ciutat de Valencia.

Reapareció en Vigo desde el banquillo para colaborar en el triunfo frente al Betis sirviendo a Iago Aspas el tercer gol (3-2). Tras participar, esta vez como titular, 58 minutos en la derrota en Mendizorroza, Brais jugó los dos siguientes partidos con el filial, fue descartado por el técnico ante el Eibar y vivió en el banquillo la derrota cosechada en Montilivi contra el Girona.

Desde entonces el canterano suma cuatro participaciones consecutivas -la mayor continuidad que ha tenido hasta la fecha- en las que se ha convertido en uno de los mejores del equipo. Su entrada en cal campo propició la remontada ante Las Palmas, regalando el primer gol a Jonny; mejoró, pese a la goleada, al Celta en el Wanda Metropolitano y fue uno de los pocos rescatables en insuficiente el empate sin goles irmado contra el Málaga. Su estreno goleador en San Mamés ha dado ahora al Celta un punto inesperado con otra refrescante actuación que dispara su crédito en el final de curso de pronóstico incierto.