El fútbol fue generoso ayer con el Celta, que con el paso de las jornadas va deteriorando la imagen que le convirtió en uno de los equipos con el juego más atractivo de LaLiga. Sumó un punto en San Mamés, donde no gana desde hace doce años, gracias a un remate cruzado del canterano Brais Méndez cuando se cumplía el minuto noventa de juego. Un empate agónico, en un final frenético, que no despeja las dudas que viene generando el equipo de Unzué, que al cierre de la jornada puede alejarle un poco más de su objetivo europeo: ahora situado a cuatro puntos.

Ayer, el conjunto vigués solamente fue fiel a su estilo cuando el técnico navarro movió el banquillo, pasada la hora de juego, para dar entrada al Tucu Hernández, a Pione Sisto y a Brais Méndez. Incluso rozó la victoria el Celta en la última jugada, pero el árbitro anuló el tanto de Hernández por fuera de juego del internacional chileno. Entonces, San Mamés agradeció que Del Cerro Grande pusiese punto y final al alocado desenlace que le imprimieron los célticos a su juego para intentar voltear el marcador.

Durante la primera hora, el Athletic Club fue el claro dominador del partido, que se mantuvo abierto hasta los instantes finales por la falta de pegada del conjunto vasco y porque el colegiado madrileño nada quiso saber de tres polémicas jugadas en el área de Sergio Álvarez, en las que los locales reclamaron penalti.

El conjunto bilbaíno, al que parte de la afición le recrimina su irregular temporada, se encontró ayer con un rival que le permitió lucirse como si se tratase de uno de los candidatos al título de Liga. Ante un Celta raquítico de ideas, sin fluidez en el juego y con poca tensión competitiva, los leones desplegaron su mejor juego desde que el cuestionado Ziganda se hizo cargo del equipo vasco. El Athletic Club apostó por el juego en largo y directo en la combinación, que sorprendía a contrapié o desubicados a los célticos.

No funcionaron las novedades de Unzué en un once al que regresaron Cabral y Wass, con Boyé estrenándose como titular. Aunque la mayor sorpresa céltica en las últimas horas fue la ausencia de Emre Mor, el mejor céltico de febrero, que se quedó en Vigo por decisión técnica. Ayer le sustituyó el atacante argentino cedido por el Torino, que fue de lo mejor del Celta en el arranque, donde Iñaki Williams en ataque y el joven Íñigo Córdoba en la construcción del juego protagonizaron el dominio local. Sin embargo, los datos estadísticos de la primera parte apuntaban que el Celta había ganado la posesión de la pelota, con un 53 por ciento. Pero la realidad era muy distinta, pues la iniciativa la llevaba en todo momento el conjunto rojiblanco, al que solamente le faltó el gol para llegar al descanso con un marcador favorable.

Las ocasiones más claras las tuvieron Raúl García, en dos ocasiones, y Williams, en un remate de cabeza. San Mamés, sin embargo, reclamó más, pues consideró penalti en una jugada que Cabral controló el balón en su área con parte del cuerpo y el brazo. Más quejas suscitó una entrada de Jonny en la que Williams cayó dentro del área. El árbitro amonestó al delantero vasco.

Del Cerro Grande también fue riguroso con la tarjeta que le mostró a Maxi Gómez en la disputa de un balón de cabeza con Íñígo Martínez. El delantero del Celta agotaba así su segundo ciclo de cartulinas amarillas -es el séptimo más amonestado de LaLiga-, por lo que no podrá jugar el sábado que viene contra el Sevilla en Balaídos. Una baja sensible la del internacional uruguayo, que forma con Aspas uno de los dúos más letales de LaLiga. Aunque con la de ayer ya son cinco las jornadas consecutivas que no marca la pareja atacante del equipo vigués. Para ambos resulta complicado incrementar esos buenos números estadísticos ante el bajo nivel de juego que ofrecen los de Unzué con el paso de las jornadas. De hecho, venían de ceder un empate sin goles en Balaídos ante el Málaga, colista de Laliga, y sumaban cuatro partidos a domicilio sin puntuar.

La producción ofensiva del Celta en la jornada de ayer también fue escasa y de poca calidad. De hecho, el equipo vigués se fue al descanso después de que Jonny enviase alto el balón tras un remate de cabeza, a saque de esquina, y que Boyé lanzase flojo a las manos de Kepa.

Aunque era evidente que el Athletic Club podía marcar en cualquier momento y el primer gol no se hizo esperar tras la reanudación. Tras un saque de esquina, Raúl García remató de cabeza al palo y el rechace lo mandó a la red el central Núñez. Se cumplía el minuto 55 de partido y el Celta volvía a vivir otra situación complicada, sin juego ofensivo, con Lobotka, Radoja y Wass perdidos en el centro del campo y con una defensa a merced del veloz Williams.

Pero Unzué encontró en el banquillo lo que no le dio el plan inicial, en el que no se imaginaba a un Athletic con un fútbol tan incisivo, con más recursos que el de la pelota en largo para aprovechar las segundas jugadas. Los bilbaínos no explotaron los momentos más débiles del Celta para sentenciar el duelo. Volvieron a reclamar otra pena máxima en un forcejeo entre Sergi Gómez y Williams, que acabó con el rojiblanco en el suelo.

A continuación, Íñigo Martínez pudo anotar un autogol, pero Kepa sacó una mano salvadora. El guardameta vasco, sin embargo, no pudo reaccionar ante un gran remate de cabeza de Maxi Gómez. El balón, sin embargo, se marchó rozando el palo de la portería del Athletic, que acusó el cansancio y perdió el control del partido. Unzué le ganaba el pulso a su amigo Ziganda en los cambios, con los que el Celta recuperó el juego que le llevó a obtener buenos resultados y muchos halagos.

Cuando el cuarto árbitro anunció que el partido se prologaba cuatro minutos, los célticos se desataron en busca del gol, que llegó tras un centro de Mallo al segundo palo. Allí apareció Brais Méndez para superar a Kepa y estrenarse como goleador en la élite. El lateral de Marín pudo marcar a continuación, pero el portero vasco desvió el balón que se iba pegado al palo. Y en la última jugada, el Tucu Hernández apareció por el costado izquierdo para rematar de cabeza. El árbitro anuló el gol por fuera de juego y el Celta se marchó con un empate, como hace cuatro años, después de protagonizar un final frenético que maquilló otra mala actuación.