Pasaron factura las celebraciones de la inauguración de la sede de Príncipe a un Celta que vivió una jornada accidentada y de resaca, coronada con las críticas del capitán Hugo Mallo contra los aficionados que despidieron con silbidos al equipo vigués tras empatar contra el colista.

"Cuando se escucha algún silbido, a mí me toca los huevos. Si fuésemos perfectos estaríamos en el Bayern de Múnich. Somos un grupo de chavales de aquí, sabemos de dónde venimos. Cuando vienen y nos pitan, no me gusta. Son cuatro gatos los que silban", manifestó un molesto y enfadado Mallo ante las cámaras de Bein Sports tras concluir el partido de ayer en Balaídos.

Las críticas del capitán contra parte de la afición pusieron la guinda a una nefasta jornada para el Celta. Emre Mor se cayó de la convocatoria de Unzué a última hora por una gripe, Rubén Blanco se lesionó durante el calentamiento previo al partido y la descoordinación impidió que se celebrase la "quedada" que las peñas habían organizado para recibir al equipo celeste a su llegada en autobús a Balaídos. Menos mal que la afición ubicada en uno de los fondos de Gol estuvo más participativa y ruidosa que nunca.

Los continuos cánticos evitaron que el resto del estadio cayese en un estado imparable de sopor y aburrimiento. Una siesta multitudinaria amenazaba con adueñarse de las gradas ante la negativa propuesta futbolística. Lo impidió ese grupo de animación que se hubiese ganado un lugar en el cartel de la verbena que montó el club en el centro de Vigo. No son "triunfitos", pero con sus cánticos salvaron al celtismo de entregarse a una gran "sonata" en medio del juego tedioso que ofrecieron ayer un Celta que aspira a clasificarse para Europa y un Málaga al que solamente un milagro le salvaría del descenso.

El mejor momento de la tarde lo protagonizó Ana Peleteiro. Su cara reflejaba la inmensa satisfacción por volver al estadio donde de pequeña ya había demostrado su admiración por el Celta, como se encargaron de recordar días pasados los amigos de una de las mejores especialistas de triple salto del mundo. Ayer fue homenajeada por el club vigués por la medalla de bronce que conquistó en los Mundiales de Atletismo de Pista Cubierta, celebrados en Birmingham, y que llevaba guardada en el bolsillo.

La atleta de Riveira apareció sobre el césped de Balaídos minutos antes del inicio del partido, acompañada de Primitivo Ferro, consejero del Celta. Regresaba Ana Peleteiro al campo donde en 2002 se hizo una fotografía, junto a otros niños, con uno de los mejores equipos de la historia del Celta. Allí estaba la futura atleta, con apenas seis años de edad, ataviada con la camiseta celeste de Umbro, al lado de los Mostovoi, Karpin, Gustavo López, Cáceres? Ayer, la riveirense fue recibida por el árbitro Undiano Mallenco y por los capitanes Hugo Mallo y Miguel Torres. El del Málaga se ha convertido en uno de los centros de atención estos días de la prensa rosa por su relación sentimental con Paula Echevarría. Y tras los protocolarios besos, Peleteiro pasó al centro del campo para realizar el saque de honor en un partido del equipo de sus amores, que ayer afrontó como pudo una jornada de resaca.

De hecho, se esperaba más público del que asistió (17. 230) a un partido con un horario adecuado (domingo a media tarde) y en una jornada en la que incluso lució el sol. Además, el club había regalado entradas para la grada de Gol a los peñistas que se uniesen al grupo de animación que desde principio de temporada ocupa esa zona del estadio.

La respuesta a la iniciativa institucional de sumarse a la "charanga" de Gol fue buena, pero resultó insuficiente para que Balaídos superase los veinte mil aficionados. Esas cifras ya solo se dan en las visitas de Barcelona, Real Madrid y Deportivo. Ayer, la regular entrada que registró el estadio vigués no fue por culpa de la resaca, que parecía afectar más a los jugadores y al club que a la grada. De hecho, los de Unzué fallaron ocasiones claras de gol y también concedieron en defensa más de lo debido al equipo menos goleador de LaLiga. Como surgido de una resaca se comportó Hugo Mallo, que arremetió contra los que despidieron al equipo con silbidos por el empate contra el colista en una accidentada tarde.