Corrillo de júbilo, abrazos, A Rianxeira y baile en las gradas de Navia. Cada época tiene su épica. El Celta Zorka, que ganó dos Ligas y una Copa en el cambio de siglo, heredero de aquel otro que dominó el baloncesto femenino en los setenta y ochenta, festeja la clasificación matemática para la fase de ascenso. Estas celestes son hijas y nietas de aquellas. Y aunque con objetivos más modestos, las honran con su esfuerzo y amor al baloncesto. Tres imágenes representan a este equipo: con 54-23 en el tercer cuarto, Raquel Carrera se come la mesa de anotación en busca del balón; ya en el último, con 79-40, Senosiain arriesga la cara contra la parquet por otro robo; en el antepenúltimo ataque, el Barça ni siquiera es capaz de tirar. Propias y foráneas, jóvenes y maduras, todas se congregan a las órdenes de Cantero en busca de un objetivo común. El resultado trasciende la suma de sus componentes. El Celta, que renunció en 2012 a la máxima categoría por responsabilidad económica, ha emprendido el camino de vuelta a casa. Quizás no lo culmine esta temporada. Pero conoce la ruta adecuada.

El rival que yace desmadejado sobre la cancha no es uno cualquiera. El Barcelona es quinto. Ayer se jugaba sus últimas opciones de disputar la fase, que en puridad aún tiene aunque ya mínimas. Sucumbe porque se topa con la mejor versión del Celta, la que abundó en la primera vuelta: un equipo voraz, implacable, veloz, preciso, equilibrado, con momentos que flirtean con la perfección.

Entusiasma este despliegue en momentos menos propicios, ahora que los minutos se acumulan en las piernas y la tensión agarrota las muñecas. De hecho, al Celta le costó soltarse en el inicio. Ogoke cometió algunas perdidas y Keita seleccionó mal sus tiros. Ambas desfilaron hacia el banco.

No importó porque Cantero había edificado su plan sobre la defensa. La capacidad de corrección de Carrera, omnipresente en la pintura, respalda a sus compañeras, que arriesgan sobre las líneas de pase. Al Barcelona cada ataque le pareció una auténtica tortura. Ya en dinámica defensiva, la entrenadora local agitó sus piezas. Lacorzana proporcionó verticalidad. La capitana Alonso hociqueó en la zona rival. Y luego está Germán, que nunca tiembla. La Barkley céltica eligió dónde convenía hacer daño en cada acción. Igual abrió la cancha desde el triple que le posteó a su par. Un parcial de 0-5 en el segundo cuarto, que llevó el marcador al 25-17, fue el último instante de felicidad de las azulgranas. Ogoke y Keita regresaron ya entonadas para abrirle las costuras al partido. Efectividad en el tiro (5/9 en triples), superioridad reboteadora (17 por 13) y generosidad (8 asistencias) explicaban el 44-23 del descanso. Y sin piedad después, el Celta se soltó las riendas definitivamente y a la contra firmó un parcial de 10-0 que convirtió el resto en un trámite. Pero trámite por la falta de intriga; pleno, en cambio, de tensión competitiva.

El primer objetivo se ha conseguido. Salvo sorpresa, León, Ibaizabal y Ensino acompañarán al Celta Zorka a la fase de ascenso. Las célticas aún tienen que asegurar la primera plaza del grupo A, aunque es de importancia relativa. El club vigués renuncia a solicitar la organización de la fase. Todo apunta a Valencia. Allí ha de escribirse otro capítulo de la historia celeste. A veces gloriosa y a veces humilde, pero siempre orgullosa.