La versión más plana y predecible del Celta volvió a estamparse anoche en Coliseum Alfonso Pérez enredado en la impenetrable trampa tejida por el Getafe, que atrapó en su red al inofensivo conjunto de Unzué y encontró un filón en cada pérdida de balón en medio campo para despellejarlo a la contra. Una y otra vez se estrelló contra un muro el Celta, desaparecido de un partido que el equipo azulón dominó de cabo a rabo con aplastante superioridad hasta borrarlo del mapa. El sagaz planteamiento de Bordalás inutilizó los planes de Unzué, que no encontró el medio de activar a un equipo inusualmente inocuo, que solo fue capaz de disparar dos veces contra el portal de Guaita, que vivió una noche plácida.

El contundente varapalo recibida en el Coliseum, un campo de nuevo maldito, frena las aspiraciones europeas del equipo vigués en un momento especialmente importante de la temporada, justo en el primero de los tres duelos que en nueve días le van a enfrentar -el sábado le espera el Eibar y el martes siguiente el Girona- a tres rivales directos en la pugna por la séptima plaza.

El mal partido de los celestes, que solo ha sido capaces de sumar un punto en los últimos tres encuentros, obliga a una reacción inmediata para mantenerse en la pomada.

Haz click para ampliar el gráfico

Una sola novedad en el once introdujo Unzué: Pablo Hernández, el Tucu, que relevó a Radoja en el eje de la línea medular. El técnico céltico situó al tucumano como pivote defensivo, incrustado entre los dos centrales, con Lobotka por delante, a la par de Wass, y los dos laterales adelantados, como falsos extremos.

Esta novedosa disposición táctica permitió a duras penas al Celta controlar el juego aéreo frente a un adversario para el que el pelotazo hacia a Jorge Molina fue un recurso muy eficaz, y le restó movilidad y fluidez a la elaboración del juego. El Getafe ocupó el campo con perfecto sentido táctico, sin fisuras, y neutralizó cualquier atisbo de incursión hacia el portal de Guaita. Su blindaje resultó impenetrable; su contragolpe, mortal. Desubicados, Aspas y Maxi no conectaron con la pelota, Sisto apenas progresó por banda y Wass desapareció en el fragor de un combate desigual, que siempre cayó del lado azulón.

El Celta dominó la posesión, pero sin filo, en zonas del campo inocuas para su disciplinado contrincante, que presionó con amenazante intensidad la salida de pelota de los de Unzué, a los que costó un trabajo hercúleo aproximarse con el balón controlado al área rival.

Y eso que el Celta entró en el partido impetuosamente con tres enérgicos minutos iniciales que en nada hacían presagiar semejante debacle. Pero bastó que los de Bordalás se asentasen sobre el verde y tensasen la red para convertir al Celta en un cero a la izquierda.

Poco a poco, pero de forma inexorable, el peligro rondó el arco de Rubén. Amath, a los 16 minutos, dio el primer aviso desde la frontal tras un balón rechazado por Wass en el área. No mucho después Sergi Gómez apareció para evitar un remate de Jorge Molina en el punto de penalti y, casi a continuación, Rubén Blanco voló para despejar a la esquina con una excelente intervención un disparo de Fajr desde la media luna

Con tanto cortejo, el gol no tardó en llegar. En el minuto 36, Ángel, el más listo de la clase, aprovechó una pérdida de balón de Aspas en zona comprometida para galopar hacia la portería céltica en un uno contra dos frente a los centrales célticos. El tinerfeño ganó el área, se deshizo del marcaje de sus oponentes con una hábil maniobra y golpeó con potencia el balón desde la frontal buscando el palo corto con la fortuna de que Sergi desvió levemente el disparo, impidiendo a Rubén alcanzar la pelota.

El tanto azulón pareció despertar al Celta, que a tres minutos del descanso respondió con un potente disparo de Lobotka desde la frontal que Guaita despejó con una mano imponente. Fue la única ocasión de los de Unzué en todo el encuentro y el segundo disparo contra la portería rival tras un lanzamiento de falta que Wass estampó contra la cara de Molina al inicio del primer tiempo.

El guión del choque no se movió tras el intervalo. El desconcierto de los celestes enseguida resultó evidente. La carencia de plan para llevar con seguridad la pelota a terreno ajeno propició, a cinco minutos de la reanudación, el segundo tanto azulón, obra esta vez de Jorge Molina, que culminó una contra de manua tras una pérdida de balón de Lobotka. Portillo (en posible falta) robó la pelota y aprovechó un inmenso boquete defensivo para filtrar el balón en largo hacia Ángel, que lo sirvió al punto de penalti para que Molina empujase, sin oposición, el balón al fondo de la red.

Unzué trató de movió el banquillo en busca de un reactivo que no llegó. Entraron Emre Mor y Radoj y Lobotka ocupó su posición habitual, pero nada cambió. Para entonces el Getafe le tenía ya tomada la medida al Celta y al partido. Rubén hurtó incluso a Jorge Molina el tercero sacando con el pie un disparo a bocajarro del punta azulón tras deshacerse del marcaje de Roncaglia con un rápido giro. El técnico céltico cambió entonces al central argentino por Lucas Boyé, de nuevo sin éxito, pues las ocasiones siguieron cayendo del lado local sin atisbo de reacción celeste. A quince minutos del final, Sergi taponó otro disparo con marchamo de gol del francés Remy, que poco antes había suplido a Molina.

De modo mecánico, sin criterio ni mordiente, el Celta lo siguió intentando, pero apenas sí fue capaz de alcanzar la media luna rival excepto para buscar el disparo (Mor probó fortuna en vano) desde muy lejos, sin opciones de lastimar a un rival cada vez más cómodo sobre el campo. Y en estas andaba el cuadro celeste cuando Ángel, el hombre del partido, encontró el tercero para cerrar la noche con un golazo. El tinerfeño aprovechó un balón bombeado en el área para fusilar completamente libre de marca a Rubén con una volea imparable antes de ser sustituido por Sergio Mora y abandonar ovacionado el terreno de juego.