Enfila el Celta los puestos europeos subido a los hombros de un coloso. Uno extraño, más bien menudo y de aspecto frágil. Pero que lleva tanto fútbol dentro que se le cae de los bolsillos. Se llama Iago Aspas, esta noche hizo dos de los tres tantos en el 3 a 2 que su equipo le infringió al Betis y con él en el campo todo parece posible. Se consolidan los de Juan Carlos Unzué en la séptima plaza gracias a un registro más propio de equipo ´Champions´: 13 puntos de los últimos 15 en juego.

Arrancó el partido el Betis poniendo sobre la mesa los argumentos habituales de los equipos de Quique Setién: presión muy alta y circulación rápida de balón. Parecía que los andaluces se imponían sobre el Celta, del que en 12 minutos apenas hubo noticias en campo contrario. Tampoco el Betis inquietaba mucho, salvo por un par de llegadas de Guardado desde la segunda línea.

En esas estaba el partido cuando el Betis trataba de salir con el balón controlado. Radoja, principal novedad en el ´once´ de Unzué, olió sangre y se lanzó a encimar a Javi García, que no pudo conservar el balón. Aspas, que se unió a la presión, recogió el balón, encaró a Adán y lo batió con frialdad.

A partir de ahí, el partido viró poco a poco a terreno celeste. Seguía teniendo más posesión el Betis, pero la incomodidad de los de Setién era evidente ante la presión del Celta, que realizó un notable ejercicio defensivo. La apuesta por Radoja dio sus frutos y el mediocampo fue más rocoso que de costumbre. Hacia el final de la primera parte, la sensación de control de los de Vigo ya era incontestable. Eso sí, casi no hubo noticias de los dos porteros.

Eso cambiaría tras el descanso. El Celta empezó a utilizar también el colmillo que estaba aplicando en la presión una vez que robaba la pelota. En un par de jugadas de vértigo, siempre con Aspas por el medio, Maxi Gómez pudo poner el segundo, pero se topó con Adán. El portero le negó el tanto con sendas paradas de mérito, pero no pudo hacer nada a la tercera intentona del uruguayo, que remachó de cabeza un centro de Jonny.

El partido era celeste, pero en una jugada aislada el Betis se volvió a meter en la disputa cuando faltaban 20 minutos. Un balón colgado obligó a Rubén a despejar forzado -qui´zas pudo hacerlo directamente a córner-, y al final el balón le quedó a Sergio Léon, que marcó a puerta vacía.

No pareció sentir el golpe el Celta, que volvió a merodear la portería de Adán. Hasta que una contra construida con magia por Aspas y Maxi el balón llegó a Brais Méndez, que le puso el pase de la muerte al de Moaña. Parecía que Adán podía cegarle el golpeo, pero el delantero internacional se sacó una picadita de la chistera.

El 3 a 1 a diez minutos del final parecía haber matado el partido. Incluso pudo ampliar distancias el Celta. Pero en una jugada aislada, ya frisando el 90, Roncaglia -muy sobrio toda la noche- falló un despeje y luego, en el ímpetu por enmendarse atropelló a Joaquín. Guardado convirtió, pero los de Unzué supieron hacer morir el partido en campo contrario.