¡Pim, pam, pum! Aspas a Sisto, Sisto a Aspas, devolución del moañés y gol del danés. Esto fue lo único que necesitó el Celta en ataque para sumar los tres puntos ante el Levante (0-1). El equipo de Juan Carlos Unzué abusó de su pegada y se llevó el triunfo del Ciutat de Valencia gracias a un solitario tanto antes del descanso en la única ocasión clara en los noventa minutos. Rubén Blanco, un coloso esta mañana bajo los palos, se encargó de mantener la portería a cero durante una segunda mitad en la que el equipo local bombardeó con centros laterales el área céltica. Victoria importantísima para un Celta que deja atrás la amarga eliminación copera y finaliza la primera vuelta con siete de nueve puntos posibles -incluido el triunfo en Riazor y el empate frente al Real Madrid-.

El Celta tuvo que lidiar desde el primer minuto con el planteamiento defensivo del Levante. Al equipo de Muñiz le importó muy poco ceder la iniciativa a los celestes. La premisa del conjunto granota fue esperar en la línea divisoria de los dos campos. Los cinco centrocampistas del Levante más Boateng se encargaron de achicar espacios para que el balón no pasase por el filtro de Lobotka ni llegase en condiciones a los atacantes célticos. Contra este muro, el cuadro de Unzué, que dispuso cinco modificaciones respecto al equipo que cayó goleado el pasado jueves en el Camp Nou, se armó de paciencia.

Pero a punto estuvieron los locales a los tres minutos de encontrar un premio que le hubiese puesto el encuentro a los celestes todavía más cuesta arriba. Emmanuel Boateng cabeceó un saque de esquina directo a la escuadra, pero ahí apareció Rubén Blanco para volar y salvar a su equipo con un paradón a mano cambiada. Fue la acción más peligrosa del primer tiempo hasta el gol de los celestes justo antes del descanso.

Fue la primera vez que el Celta pudo galopar en campo contrario. Iago Aspas lanzó la contra con una apertura a banda hacia Sisto, que encaró a Coke y volvió a apoyarse en el moañés, que le puso la pausa y luego devolvió un pase de oro a su compañero, que solo ante Oier Olazábal cruzó al palo contrario. Un gol que a la postre confirmaría el triunfo vigués, porque en la segunda mitad el panorama cambió por completo.

Tras el descanso Muñiz dio el toque de corneta. El Levante aceleró, salió de la cueva y se volcó en busca del empate con el centro lateral como su arma principal. Fue entonces cuando emergió la figura de Rubén Blanco. Hugo Mallo y Jonny no daban a basto para impedir los constantes envíos desde los costados de Ivi, Jason o Morales. Roncaglia y Cabral despejaron todos los balones que pudieron. Pero las veces que fueron superados siempre estuvo ahí el portero de Mos. El canterano celeste se inventó una parada de balonmano con la punta de la bota a un remate a quemarropa de Boateng. Más tarde le cerró todos los espacios a Morales, que había ganado la espalda de Roncaglia y disparó fuera en el mano a mano. El Levante atacó hasta el final a pesar del intento del Celta de recuperar el control del encuentro con la entrada de Radoja y Brais Méndez, pero en los últimos minutos estuvieron negados. Boateng y Coke dispusieron de sendas ocasiones claras sobre la línea del área pequeña que chutaron por encima del larguero.

Con esta victoria el Celta da un salto de gigante en la clasificación. Se coloca con veinticinco puntos al término de la primera vuelta y con la Liga como único objetivo en el horizonte. La próxima semana tratarán de empezar la segunda mitad del campeonato con buen pie en Anoeta contra la Real Sociedad.