Físicamente opuestos, diminuto, pálido y de ojos claros el céltico, espigado y negro como la pez el barcelonista, pero a la vez ligados por la urdimbre del fútbol y la vida. Emre Mor y Ousmane Dembele fueron el año pasado compañeros en el vestuario del Signal Iduna Park. Los dos son zurdos (así se considera el ambidiestro Dembele) aunque con capacidad para jugar por ambas bandas. En el Borussia, donde solo estuvieron una temporada, compitieron y compartieron. El danés de origen turco nació el 24 de julio de 1997. El francés, con ramificaciones familiares en Mali, Senegal y Mauritania, había llegado al mundo el 15 de mayo de ese mismo año. Los dos profesan la religión islámica. A su corta edad cargan con la expectiva que genera su talento y la presión de su coste. Solo el fichaje de Catanha (14 millones) supera el de Emre Mor (10 fijos más 2,5 en variables) en la historia financiera del Celta. Nadie se aproxima en los anales azulgranas a los 150 que puede llegar a costar Dembele (105 fijos más 45 en variables). El futuro será suyo si son capaces de añadir eficacia a su despliegue técnico y físico, y si mentalmente aprenden a convivir con la presión. Hoy, aunque ambos iniciarán el partido desde el banquillo, atraerán todas las miradas. Sus respectivas aficiones esperan mucho de ellos en el año que comienza.

Dembele ha llegado más cuajado a este punto de sus carreras. Con el Rennes, en cuyas categorías inferiores completó su formación, disputó en su único año sénior 26 partidos de Ligue 1, anotando 12 goles. Y en el Borussia, que pagó por él 15 millones, se hizo indiscutible (6 goles en 32 partidos de Bundesliga). El club renano solo se desprendió de él, y tras un largo pulso con el jugador, cuando consideró que la oferta era suficientemente apetitosa.

Mor también atrajó el interés del Borussia en un solo año sénior, aunque en el Nordsjælland y en una liga menor como la danesa. Pero mostró lo suficiente en 13 partidos (2 goles) para justificar el traspaso de 9,7 millones. En Dormund, sin embargo, el propio Dembele y otros compañeros le taparon el sitio. Tuvo 12 intervenciones en Bundesliga (1 gol). Y en verano tanto él como la directiva, que había comprado a jugadores más consolidados como Yarmolenko, decieron que era mejor que cambiase de aires.

Las lesiones explican que ninguno de los dos se haya convertido todavía en una pieza de referencia. Dembele se rompió el tendón del bíceps femoral de la pierna izquierda el 16 de septiembre en Getafe, en su segundo aparició oficial como barcelonista.

Mor no ha tenido una lesión tan grave, pero sí diversas complicaciones que han ralentizado su adaptación. Llegó cuando ya se habían disputado las dos jornadas de agosto y con molestias físicas. Y causó baja de la décima a la duodécima jornada por un esguince que tardó en curar. Ha disputado 10 partidos ligueros (gol en Las Palmas, en el único choque como titular) y 2 de Copa, aquí sí desde el inicio.

Pero a Mor también le falta mejorar su lectura de juego y asimilar los conceptos que intenta inculcarle Unzué, que lo emplea por las dos bandas y de momento como revulsivo. Es un chico tímido, que emplea el inglés para relacionarse aunque está aprendiendo español y que se lleva bien en general con todos sus compañeros, aunque quizás Pione Sisto, otro cuya vida se asemeja a la suya, es el más próximo. Mor carga con la ilusión que genera en Turquía desde que eligió y debutó con su selección, aunque es un país en el que puede sentirse extraño. "No sabe hablar turco", reveló el deportivista Emre Çolak, si bien el céltico sí utiliza ese idioma en su cuenta de Twitter. El 1 de enero escribió: "2017 ha sido un año con muchas experiencias, algunas buenas y algunas malas, con altibajos. Creo que hay mucho éxito esperando en el futuro si Alá quiere. He aprendido que a veces tienes que ser paciente y creer que Alá tiene un plan para ti".