Un solitario tanto de Ayala en la recta inicial del encuentro permitió al Guijuelo sumar tres puntos de oro ante un filial céltico que dista mucho de aquel equipo que brillaba con luz propia no hace tanto tiempo. Los vigueses buscaron la reacción tras el descanso, pero dejaron muchos espacios y lo que pudo haber llegado fue le segundo gol chacinero.

Le cogió por sorpresa al Celta B la puesta en escena del Guijuelo, que jugó con las líneas muy adelantadas y encerró a los de Rubén Albés en su propio campo en el inicio. Tanto es así, que cuando apenas habían transcurrido los cinco primeros minutos de juego el equipo chacinero se adelantó en el marcador. Julián Luque botó un saque de esquina muy cerrado al primer palo y entre un jugador del filial y Ayala el balón quedó instalado en el fondo de la red.

El tanto cayó como un jarro de agua fría en los vigueses, que cedieron la iniciativa a su rival en los minutos posteriores. Antonio Pino estaba trayendo por el camino de la amargura a la defensa del Celta B con su velocidad y sus continuas caídas a banda, aunque el equipo charro se mostraba fallón a partir de tres cuartos de campo, donde casi todos sus ataques morían.

Manu Díaz volvió a la carga por el Guijuelo cuando se rebasaba el cuarto de hora, pero su disparo con el exterior, que llevaba marchamo de gol, lo cortaba Rai, providencial.

A partir de ese momento la decoración del encuentro cambió por completo y el Celta B pasó a monopolizar la posesión de la pelota. Con el Guijuelo cansado por el trabajo previo realizado, los de Albés comenzaron a encontrarse mucho más cómodos sobre el campo y avisó Pampín con un disparo que sacó "in extremis" Manzano en boca de gol.

Las tornas se habían girado y era el Celta B quien llevaba la voz cantante de la mano de un Drazic muy activo que generaba mucho peligro en la mediapunta y obligaba a la defensa del Guijuelo a emplearse a fondo para minimizar a la mínima expresión sus avances.

Sin embargo, le faltaba algo de profundidad en su juego a los celestes y claridad a la hora de mover el balón de un lado al otro del campo. La mejoría respecto al arranque del encuentro era notable, pero insuficiente para enjugar su desventaja en el marcador.

Alende, Dennis y Agus vieron la cartulina amarilla en la recta final del la primera parte, prueba de que el partido se desarrollaba por los derroteros que quería el Guijuelo, embarullados y llenos de interrupciones.

Tras el paso por vestuarios, el Celta B quiso dar un paso adelante, pero el tiro estuvo a punto de salirle por la culata cuando cinco minutos después de la reanudación Antonio Pino rozaba el segundo tanto del Guijuelo tras un disparo de Borja que rechazó Jero y el delantero chacinero no pudo aprovechar en boca de gol.

A pesar de todo, no contento por cómo estaban yendo las cosas, el técnico del equipo salmantino, Jordi Fabregat, decidió mover su banquillo y dio entrada a Diego Suárez y Abel en detrimento de Ayala y Pino, que hasta ese momento había sido uno de los hombres destacados del partido. La respuesta de Rubén Albés fue introducir en el campo a Pastrana por Drazic, pero el panorama no varió. Tampoco cuando metió a Aarón por Dennis.

Fuster probó fortuna ante Jero y su disparo salió rozando la escuadra. Fue el canto del cisne de un Guijuelo que a partir de ahí empezó a especular con el marcador y perdió todo el tiempo posible, lo que le valió para llevarse los tres puntos esta vez ante un Celta B con menos alma de la habitual.