Iago Aspas está agotando los calificativos de los principales analistas del país. Unzué ha encontrado la forma de encajar a Maxi y Aspas juntos en la alineación sin que eso supongar encorsetar al moañés en la banda. Aspas elige por dónde debe aparecer en cada situación y siempre acierta. Gobierna este Celta a su antojo y provoca pánico en los rivales. Y sigue enriqueciendo su catálogo de virtudes. Ayer ofreció dos galopadas con el balón controlado que podría firmar el propio Messi en lo que supone de capacidad para empujar al rival durante cincuenta metros. Le añadió la picardía habitual para cazar el gol. Su actuación, más aislada en el primer tiempo y mejor acompañada en el segundo, mereció al menos algún punto. A él también le sacó de quicio la actuación de Munuera.