En el fútbol penalizan los goles pero, en ocasiones, también las actuaciones arbitrales. Ayer, el Celta cayó derrotado ante el Valencia porque encajó un gol más que su rival, pero en ello tuvo gran influencia el colegiado Munuera Montero, quien protagonizó una actuación diabólica en un Mestalla que sufrió como nunca esta temporada al comprobar la superioridad de los célticos, que encajaron un gol de córner, empataron gracias al oportunismo de Aspas y cuando buscaban el tanto del triunfo ante el segundo clasificado de LaLiga irrumpió el árbitro andaluz para inventarse un penalti que dio la victoria a quien menos se la merecía.

Porque el Celta ayer realizó otra gran actuación, incluso más brillante que en el Camp Nou, ante el único equipo que es capaz de mantener el ritmo del líder, el Barcelona. Los de Unzué mostraron mucho mejor fútbol que un Valencia que generó peligro mayormente a través de centros al área y de saques de esquina. Los célticos, liderados por un Iago Aspas nuevamente genial, generaron fútbol de calidad y más ocasiones de gol que su rival, sobre todo en la segunda parte, en la que el conjunto valencianista solamente se mantuvo en pie por el colosal trabajo de Kondogbia y la movilidad de Zaza en la punta del ataque. Un gran espectáculo brindaron los contendientes, pero en esta ocasión lo afeó el doble criterio arbitral en las áreas.

El daño al Celta puede ser mayor que la derrota, pues se queda sin Hugo Mallo y sin Iago Aspas para el partido del domingo que viene ante el Villarreal por acumulación de tarjetas amarillas. Además, es posible que el castigo no se quede ahí, porque ambos futbolistas vertieron duras críticas contra Munuera Montero al concluir el partido. La participación del lateral y del delantero en el derbi de Riazor podría peligrar si actúa el estamento arbitral ante estas declaraciones.

Mallo y Aspas mostraban así la rabia y el enfado de un equipo que peleó hasta el final por una victoria que le acercase a las posiciones europeas, después de superar su mal arranque de partido, el gol de Zaza y las decisiones arbitrales en contra: hasta tres penaltis se pasó por alto el colegiado en el área del equipo local -a Jonny, a Lobotka y a Maxi-, pero sí consideró pena máxima una pugna del balón entre el Tucu Hernández y Nacho Gil.

El Valencia, sin Gonçalo Guedes, una de las estrellas de LaLiga, ha perdido fútbol ofensivo, por lo que los jugadores de Marcelino se decantan, sin el centrocampista portugués, por la vía directa para castigar al rival. Cuentan con un experto lanzador de faltas como Parejo, que en el primer minuto ejecutó un córner y el balón lo remató Vezo al palo de la portería de Rubén Blanco. Era el aviso de lo que vendría antes de la media hora.

El Celta se repuso pronto del susto para adueñarse del balón y buscar la portería de Neto. A un disparo de Maxi Gómez le siguió otro de Sisto, ambos con muy malas intenciones, buscando los palos de la portería del Valencia, que a los nueve minutos de juego recibió el primer regalo de Munuera Montero. Jonny repitió en Mestalla la misma internada en el área que ante el Leganés. Hace quince días, Hernández Hernández señaló el penalti que Aspas transformó en el gol de la victoria. En esta ocasión, el colegiado andaluz dejó seguir la jugada porque el lateral no cayó al suelo, a pesar de la clara falta que le había hecho Vezo, y el balón le llegó a Aspas, sin opciones de gol.

A partir de ahí, el Valencia tomó el control del partido. La fortaleza de su centro del campo arrinconó al Celta en su área y sufrió un bombardeo constante que tuvo premio a los 27 minutos. Zaza alcanzó en el primer palo un centro de Parejo en un saque de esquina.

El Celta recibía en una jugada de estrategia un castigo inmerecido mientras le daba brillantez al juego con transiciones perfectas. Así llegaron una ocasión de Mallo y un remate de cabeza de Aspas que Neto salvó sobre la misma línea de gol cuando en Mestalla ya temían lo peor.

El partido, sin embargo, llegaba al descanso con ventaja para el Valencia en el marcador, a pesar de que el Celta había generado más peligro que su rival: cinco ocasiones frente a cuatro.

Pero el duelo se niveló nada más comenzar la segunda mitad. Pione Sisto le hizo otro remolino a Montoya para centrar hacia Maxi Gómez. El uruguayo se manejó con maestría ante los centrales antes de disparar. El balón rebotó en uno de los defensas y le llegó a Iago Aspas, que con un toque lograba su noveno gol en LaLiga para liderar nuevamente el Trofeo Zarra como mejor rematador español del campeonato.

El equipo de Unzué, entonces, se adueñó del partido y pudo dejarlo sentenciado, pero no materializó las ocasiones de gol que tuvo y Munuera Montero no quiso ver un penalti sobre Lobotka cuando el eslovaco había recibido una gran asistencia de Maxi Gómez y un agarrón al delantero uruguayo cuando intentaba rematar un lanzamiento de córner.

Sí apreció penalti en una jugadas intranscendente, en la que Nacho Gil recibió el balón de espaldas a la portería, sin opciones de pase. Hernández buscó el balón entre las piernas del rival, que cayó fulminado en el área, como después haría también en una jugada por la banda que el colegiado ni siquiera consideró sancionable. En cambio, el árbitro andaluz sí consideró que la pugna con el Tucu era merecedora del máximo castigo. Mestalla recibió el regalo con regocijo y pasión porque a su equipo se le abría la puerta de lograr una victoria que parecía imposible ante la superioridad rival.

Rubén Blanco estuvo a punto de interceptar el balón que Parejo lanzó desde los once metros. Finalmente, el madrileño incrementaba a siete sus tantos ante el rival que más goles ha encajado del centrocampista del Valencia.

Apenas quedaban diez minutos para que el Celta obtuviese un resultado más justo a los méritos contraídos ayer en Mestalla, donde realizó una demostración del excelente fútbol que practica, pero le penalizó la actuación de Munuera Montero.