Las deseadas lluvias llegaron por fin y con ellas quedaron al descubierto las deficiencias de Balaídos. A los socios de Río Alto les tocó mojarse, a pesar del chubasquero que el club regalaba al acceder al Guggenheim del fútbol, donde se contaban por decenas las goteras que encharcaron buena parte de pasillos y escaleras de acceso a la grada más populosa del coliseo vigués. Las condiciones que ayer presentaba el Río Alto invitaron a muchos de los abonados a renunciar a presenciar el partido en directo. Una de las gradas con mayor ocupación estaba ayer ocupada por unas decenas de aficionados, a los que el personal del club ofrecía chubasqueros e invitaba a que bajasen a la gradería inferior, que está cubierta. La gran demanda de asientos en Río Bajo impidió que todos se acomodasen al resguardo de una lluvia pertinaz. Algunos prefirieron quedarse y sufrir a la intemperie los efectos de la borrasca más deseada del último siglo.

La sequía había mitigado las molestias de los aficionados del Celta por las obras de remodelación de Balaídos. Salvo por las altas temperaturas registradas en los primeros partidos de la temporada, el tiempo había ayudado a los socios de Río Alto a llevar con mejor humor las incomodidades por unas obras que se han retrasado por las deficiencias en unas piezas de la cubierta que ya estaba instalada. Después de tres meses de competición, la lluvia quiso unirse al espectáculo que en Vigo ofreció ayer la mejor Liga del mundo.