Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

baloncesto - Liga Femenina 2

La niña que fui

Cada jugadora del Celta Zorka ejerce de madrina de un equipo de las categorías inferiores

Lucía Fernández, con jugadoras del equipo infantil rojo que ella amadrina.

Los tiempos de angustia y penuria parecen ir disipándose. El Celta Zorka, que renunció a la máxima categoría por seriedad financiera y tras años de contentarse con la permanencia en Liga Femenina 2, galopa hacia la fase de ascenso: líder invicto en seis partidos, pese a haberse medido ya a varios adversarios poderosos. "La euforia es inevitable. Nos preocupamos de controlarla en el vestuario", asegura el director deportivo del club, Carlos Colinas, que ya anticipa que "es la parte del club más tranquila y estable. Las jugadoras trabajan, compiten y están obteniendo resultados". Pero la entidada se esfuerza además en que todas las séniors recuerden la dificultad del camino que han recorrido y se mantengan pegadas a la realidad. Se les inculca una filosofía institucional que esta temporada se vehicula también a través de una nueva herramienta: el madrinazgo de las categorías inferiores.

De esta figura se tenían noticias. Algún club masculino la había empleado ocasionalmente. La directiva del Celta Zorka ha decidido incluirla en su comportamiento corporativo. A cada una de las doce integrantes de la primera plantilla se le adjudica un equipo de las categorías inferiores. Solo se excluyen a las edades superiores, cadete y júnior. La madrina no tiene tareas técnicas, competencia exclusiva del entrenador. "Pero es una figura que nos permite establecer un vínculo entre el primer equipo y la cantera, sobre todo con las niñas más pequeñas", explica Colinas. "La madrina tiene la obligación de estar en contacto con su equipo".

Ya se ha procedido al reparto de ese madrinazgo. Carla García se encarga del Infantil A, entrenado por Pedro Fernández; Paula Ahuja, del Infantil Celeste (Merce); Lucía Fernández, del Infantil Rojo (Silvia); Minata Keita, del Preinfantil (Róber); Raquel Carrera, del Alevín A (Pedro); Sarah Ogoke, del Alevín Celeste (Róber); Anne Senosiain, del Benjamín A (David); Ainhoa Lacorzana, del Benjamín Celeste (Silvia); Nerea Arambarri, del Benjamín Rojo (Rubén). Hay tres jugadores que ya ejercían de entrenadoras: Patri Vicente en el Alevín Rojo, Itziar Germán en el Baby y Laura Alonso, en el Pequespacio.

Colinas atribuye esta iniciativa a "esa sensación que a veces hemos tenido de que el club es denso, tiene muchas niñas, pero que no había la cercanía que nos gustaría que hubiera entre determinadas jugadoras del primer equipo, sobre todo las que no son de Vigo o no son gallegas, y las más pequeñitas." El debate veraniego respecto a esta cuestión se sustanció en un programa que tiene implicaciones concretas. A las jugadoras se las anima a tener contacto semanal con el equipo que amadrinan. Y aunque se comprende que deben adaptar sus visitas a su agenda deportiva, personal o profesional, existe la obligación recogida en el regimen interno de asistir al menos a un entrenamiento y a un partido cada tres semanas.

El contenido concreto de su función está abierto a cómo lo interprete cada jugadora. "Están presentes, hablan con las niñas antes y después de los entrenamientos...", enumera Carlos Colinas, que en el proceso de los fichajes o ya después, durante la aclimatación, ha tenido que incluir este punto en las conversaciones. Asegura que "ninguna ha puesto ningún problema. Lo entienden bien, pero depende del carácter de cada una".

Colinas recuerda cómo reaccionó Sarah Ogoke cuando le explicaron en qué consistiría su papel de madrina del Alevín Celeste.

- Yo voy a ir todos los entrenamientos y todos los partidos-, se entusiasmó la nigeriana.

- Para, para.

"Es una chica muy extrovertida y le gusta estar vinculada al club. Ya ha asistido a un par de entrenamientos de sus niñas", comenta Colinas, que pone como ejemplo contrario el de la otra extranjera: "Minata es diferente por su forma de ser, es muy introvertida. Le hemos puesto un equipo (Preinfantil) en el que ya conoce a uno de los entrenadores". En todo caso, a nivel general, agradece la excelente respuesta que ha obtenido en la plantilla: "Lo entienden como labor del club y respetan su esencia".

Colinas recuerda cuando Alba Torrens, Laura Nicholls o Gema García, estrellas emergentes en la época de Liga Femenina 1, iban por voluntad propia a disfrutar de los partidos de la cantera. "Seguramente alguna vez vieron jugar a Laura Alonso", intuye sobre la actual capitana celeste. La clave es "crear y prolongar esta cadena", de la que participan veteranas foráneas como Itiziar Germán o chiquillas como Raquel Carrera, pívot titular con las séniors que acaba de cumplir 16 años. Todas son herederas de las célticas que las precedieron y llegado el día, transmitirá su legado a la siguiente generación, que las observa: "A las niñas les ilusiona cómo esas jugadoras a las que ellas mismas irán a a ver jugar acuden a su entrenamiento o a su partido un sábado a las diez de la mañana. A las mayores les vale para recordar que ellas mismas jugaban a minibasket no hace tanto tiempo y se convierten de paso en una referencia más cercana para las pequeñas".

Compartir el artículo

stats