El instinto asesino de Maxi Gómez, que anotó el quinto gol del curso, no bastó al Celta para reconducir su errático rumbo en la tabla. El grupo de Unzué se dejó anoche otros dos puntos en Balaídos con un doloroso empate frente al Getafe, que aprovechó otro regalo de la defensa para empatar en los minutos finales un encuentro que parecía controlado y que se fue por el desagüe en el último suspiro dejando a los celestes chasqueados.

Cuatro puntos apenas de 15 posibles suma el equipo vigués en un irregular arranque de curso que deja sensaciones contradictorias pero que confirma que en este momento se encuentra muy alejado del nivel de juego ofrecido en los últimos años. La idea de Unzué no acabar de cuajar en este Celta sin filo ni ritmo, proclive a la candidez y con una desesperante incapacidad para administrar su ventaja. El Celta fue de más a menos y su rival de menos a más y aprovechó el enésimo despiste defensivo para empatar el choque por medio de Ángel en una jugada con protagonismo de dos de los jugadores que Pepe Bordalás, el técnico azulón, hizo ingresar en el campo tras el descanso para remontar el partido.

Tres cambios introdujo Juan Carlos Unzué con respecto al once que fracasó en Cornellà-El Prat: Sergi Gómez reemplazó a Cabral en el centro de la zaga y Pablo Hernández relevó a Lobotka en el vértice del trío de mediocampistas, junto a Jozabed y Brais Méndez, la gran sorpresa que debutó con buen sabor en la máxima categoría con el primer equipo celeste. Wass aguardó turno en el banquillo, lo mismo que Emre Mor, cuya destacada actuación en Barcelona no alcanzó para garantizarle anoche la titularidad. Unzué volvió a apostar por su tridente habitual, con Aspas y Sisto recostados sobre las bandas y Maxi Gómez en la punta central.

El ligero cambio de piezas no resolvió los problemas que está teniendo en este inicio de curso el Celta para dar una salida aseada a la pelota. La presencia del Tucu proporcionó al equipo mayor seguridad y control para armar el juego, pero la distancia entre el chileno y sus socios de medio campo fue excesiva y faltó velocidad en la elaboración del juego y capacidad combinativa para sorprender a un adversario que presionó muy encima de la jugada.

La movilidad de Aspas, que basculó entre bandas para encontrar el camino del área, y la superioridad en la posesión del balón permitió no obstante al Celta vivir tranquilo. Esperando agazapado su oportunidad a la contra, el Getafe apenas se asomó a los dominios de Sergio, que desactivó con autoridad cualquier conato de peligro. Tan solo un disparo de Mikel Bergara retotado en Fontás llevó cierta inquietud a la portería celeste.

Las amenazas contra la portería de Guaita llegaron también con cuenta gotas, pero se aproximaron más al gol. La primera la protagonizó el joven Brais Méndez, que agarró la oportunidad por los cuernos y demostró que puede convertirse este mismo curso en una valiosa pieza para Unzué. Jozabed puso un buen pase de cabeza desde el pico del área grande que el chaval cazó con fuerte disparo al palo corto obligando al lucimiento del portero azulón.

La diferencia la puso Maxi Gómez, impacable en los metros finales. El charrúa oposita con fuerza a la selección uruguaya con otro gol de cuño propio, remachando con un disparo inclemente una gran asistencia de Hugo Mallo. El capitán fue decisivo en el gol. Hurtó en un arranque de coraje el balón a Antunes en el vértice el área grande y sirvió el balón al cogollo del área para que el uruguayo descerrajase un tiro inmisericorde que dejó inerme a Guaita.

El tanto de Maxi dio tranqulidad al Celta. Sin embargo, en lugar de buscar sin cuartel el segundo, como acostumbraba antaño, el equipo vigués prefirió defenderse con la pelota frente a un adversario que acusó el golpe durante algunos minutos y se conformó con intentar sorprender tirando, sin éxito, balones largos.

Aspas, en jugada personal, buscó el segundo con un disparo al palo corto que Guaita desvió con seguridad a la esquina antes del descanso.

El aparente conformismo del Getafe se desvaneció en el segundo tiempo. Bordalás hizo ingresar en el campo a Jiménez y Ángel y los cambios cambiaron la faz a su equipo, que dejó de esperar al Celta en cancha propia y dio un paso al frente en busca del empate El partido entró entonces en una fase de ida y vuelta sin grandes ocasiones en ambos bandos. Sin el ímpetu de antaño, cuando el equipo gozaba del vértigo jugando en el alambre, los celestes contuvieron daños, aunque Antunes estuvo cerca de sorprender adelantado a Sergio con un disparo desde 45 metros. El Gato abortó también con dos buenas intervenciones evitando que Jorge Molina -a quien el asistente privó de un mano a mano con el portero céltico por inexistente fuera de juego- primero, y Ambarri, algo después, acortasen distancias.

La mejor ocasión del Celta en el segundo tiempo la protagonizó Brais Méndez, con un intencionado disparo al palo corto dentro del área que Guaita sacó apuradamente con una buena mano.

No hubo mucho más en el conjunto celeste. La entrada de Emre Mor, que suplió al canterano y después de Lobotka y Wass no mejoró las prestaciones defensivas del conjunto celeste, que volvió a pagar una altísima factura por un momento de falta de atención. Ocurrió a cinco minutos del final en una contra en la que el rival encontró una autopista para poner en jaque el portal de Sergio. Álvaro Jiménez aprovechó un boquete por banda izquierda del Celta para poner un centro en diagonal que se paseó por delante de toda la defensa celeste antes de que Ángel, en carrera, fusilase a Sergio en el segundo palo dejando a los celestes con un palmo de narices.