El delantero uruguayo se ha convertido en la sorpresa del Celta en las dos primeras jornadas de LaLiga. Maxi Gómez estaba condenado a esperar desde el banquillo una oportunidad para adaptarse al fútbol español. La inesperada lesión de Guidetti le llevó a dos titularidades que ha saldado con tres goles, en remates dignos de un depredador del área. Pero el charrúa maneja también el juego de espaldas a la portería rival, su verdadera obsesión. Ayer descerrajó un cabezazo que Camarasa desvió hacia la red.