La titularidad de la portería del Celta es uno de los secretos mejor guardados de Juan Carlos Unzué esta pretemporada. La única certeza que existe de momento es que el portero titular que iniciará la Liga el próximo 19 de agosto contra la Real Sociedad se habrá formado en A Madroa. Así viene ocurriendo desde tiempos de Luis Enrique y el club vigués se ha mostrado inflexible en la defensa de esta política, a pesar de los reiterados esfuerzos de Eduardo Berizzo por contratar en los últimos dos años un portero de mayor prestigio.

La novedad esta temporada no está tanto en la identidad de los guardametas que compiten por el puesto como en el número, pues al binomio Sergio Álvarez-Rubén Blanco se ha sumado a última hora Iván Villar. A diferencia de otros casos, la decisión del cangués de hacer valer la cláusula de su contrato que obligaba a hacerle ficha con el primer equipo ha contado con la bendición del club y el visto bueno del técnico, que ha celebrado la valentía del chico, aunque su ambición pueda llevarle a la grada.

"Estoy encantado con los tres porteros que tengo. La idea ha partido de él y demuestra una gran ambición y seguridad en sus posibilidades y eso, como entrenador, me gusta. Después, es cierto que tienes tres porteros y uno de ellos va a sufrir más porque uno no va a jugar y otro tendrá que esperar su momento", apuntó Unzué al respecto.

El entrenador celeste sabe bien de lo que habla, no en vano se labró una sólida reputación como profesional de la portería en sus tiempos de futbolista e inició su carrera en los banquillos como entrenador de porteros del Barcelona bajo el mandato de Frank Rijkaard. Su elección, considerando la información adicional que pueda proporcionarle Nando Villa, el nuevo preparador de porteros, se fundamentará en argumentos futbolísticos que tienen que ver con el momento de forma, pero también con las peculiaridades técnicas de los candidatos y cómo encajan sus respectivas cualidades en el estilo que se propone implantar en el equipo.

La impresión es que la competencia por la portería volverá a estar muy reñida. Por cuestión de mera experiencia, Villar parece partir como el tercero en el orden de preferencias en una competición en la que Sergio y Rubén Blanco vuelven a estar muy igualados tras casi tres años alternándose en el puesto.

El Gato fue la elección inicial de Berizzo. La venta de Yoel al Valencia propició su titularidad en un primer año notable, aunque su rendimiento decayó la siguiente temporada y Berizzo decidió alternarlo en la portería con Rubén, que no mejoró (aunque tampoco empeoró) las prestaciones de su competidor. El pasado curso Berizzo se decidió por Rubén pero las lesiones acuciaron al mosense, que apenas pudo disputar 11 partidos de Liga y 4 de la Europa League.

El infortunio del mosense fue ganancia del catoirano, que se ha levantado con mayor fuerza cada vez que se le ha dado por muerto. Haciendo justicia a su apodo, ha demostrado tener las vidas de un gato. Su solvente rendimiento en la Liga pero sobre todo sus decisivas actuaciones en la Europa League, donde fue elegido en un par de ocasiones como el mejor futbolista de la jornada, impulsaron al Celta hasta las semifinales.

La gran temporada de Sergio parece situarle de nuevo en cabeza, a pesar de que el club nunca lo ha tenido demasiado en cuenta en el largo plazo, como demuestra el reiterado desinterés (léase tardanza) que el club ha mostrado a la hora de abordar la renovación (todavía pendiente) de su contrato.

A Rubén, héroe precoz de la salvación en 2013 y asiduo desde hace años de la selección española sub 21, en cambio, el Celta le ha ido despejando el camino de la portería aunque las lesiones le han impedido crecer como se esperaba. Pero con 22 años recién cumplidos, su margen de mejora es aún muy considerable, no tanto el de Sergio, que sin embargo cuenta con la ventaja de la madurez. La ambición de Villar completa un interesante cóctel competitivo que Unzué deberá agitar antes de decidir quién de los tres inicia la Liga.