Solvente actuación céltica en el primer partido. El Celta controló en el inicio y el remate, con rentabilidad goleadora en ambas fases y detalles positivos. Berizzo no encorsetaba la energía de Pape. A la vez temía su descontrol. Lo prefería más libre como interior. Unzué lo ha situado como pivote de referencia en el primer test, quizás tan sintomático como que esté empleando el "cinco" que portaba el Chelo. La capacidad del joven para efectuar la ruptura inicial con su inaprensible cintura y la claridad de Brais al primer toque estuvieron entre lo más destacado. Iago, aunque se tomó con calma la cita, apareció cuándo, dónde y cómo quiso para marcar la diferencia, acelerando el ritmo en el último tercio y ralentizándolo en la medular.

Pione, en cambio, se mostró como en sus inicios, demasiado enredado. Y Guidetti, aunque se las arregló para encontrar sus oportunidades, vuelve a llegar con la figura algo desdibujada. Alende, central diestro reconvertido en lateral izquierdo, evita errores pero está incómodo en las incorporaciones. Al Celta, que antes agradecía el ida y vuelta, se le vio incómodo cuando el Sporting le soltó las riendas al choque. El cuadro gijonés está en plena remodelación. Ha perdido gran parte de su potencial. Pero a los celestes les opuso lo mejor que le queda en ataque: Castro, que incidió por la derecha; Moi Gómez, a quien Sergio detuvo un disparo abajo; Carmena, que rozó el larguero en una falta. Cabra y Sergi aparecieron al corte para frustrar otros asaltos.

El Celta se había adelantado en el minuto 7. Brais cazó un balón que Guidetti había perdido en la frontal y un rechace afortunado le facilitó el camino a las mallas. La sentencia llegó en el 35. Guidetti rompió bien y disparó al lateral, pero el árbitro interpretó como penalti un leve contacto con Pelayo. Aspas superó con frialdad a Mariño, confirmando su infalibilidad desde los once metros. Incluso marcó en la tanda posterior (que el Celta ganó 4-3). Aunque todo pueda cambiar a su alrededor, Iago siempre permanece.