El Celta tiene bien protegida a su plantilla de las apetencias ajenas. La cobertura de casi todas las piezas importantes es consistente. Ningún jugador encara su último año de contrato, una situación que siempre genera tensiones e incertidumbre. Pero el club no se conforma con un margen escaso. Wass, Radoja, Jonny y Sergio Álvarez quedan libres en 2019. La dirección deportiva negocia la prolongación contractual de los tres primeros desde hace tiempo. De hecho, causa inquietud el estancamiento en estos procesos. "Nosotros ya estamos muy al límite, es la otra parte la que tiene que tomar la decisión", indicaba Felipe Miñambres en su última comparecencia pública. Sobre Sergio, ninguna palabra. Porque el portero catoirense queda como tarea pendiente.

Sergio, ejemplo perfecto de hombre de club, disciplinado, solidario, cordial, alzó la voz a su modo en verano de 2015. "Quiero sentirme valorado", dijo entonces, cuando se masticaba su última renovación. La declaración más afilada que se le recuerda. Al final hubo acuerdo. Y ahora mismo no le inquieta su situación particular o al menos no lo manifiesta. "Intento disfrutar de esta profesión al máximo, intento disfrutar de estar en el equipo que quiero, intento olvidarme de contratos e intento disfrutar de esta experiencia que es el fútbol. Para mí es lo más bonito poder jugar", indica sobre su lista de prioridades. Al club le ofrece su disponibilidad total en tiempo y forma: "Cuando ellos quieran estaré dispuesto y abierto a lo que sea".

Su hoja de servicios le presenta como portero titular durante las tres últimas temporadas, con 38, 31 y 26 apariciones ligueras en cada ejercicio. Cierto que con fases de fragilidad. Pero el catoirense ha sabido levantarse. Sin desfallecer en los momentos de decaimiento, las lesiones de Rubén Blanco lo han encontrado preparado. En la pasada campaña pasó de perder el puesto a convertirse en el protagonista de las gestas europeas del Celta. Berizzo reclamó sin éxito el fichaje de un portero en el anterior mercado veraniego. Unzué acepta lo que ya tiene. "No me compete a mí", dice Sergio sobre tal decisión. "Lo único que hago es entrenar, dar lo mejor de mí cada día y a partir de ahí intentar ponérselo difícil al entrenador para jugar. Rubén, Iván y yo tenemos claro que debemos competir para dar el máximo y ayudar al equipo siempre que podamos".

Sergio ya trabajó a las órdenes de Unzué y su cuerpo técnico, en tiempos de Luis Enrique. También Rubén Blanco, aunque entonces el mosense tenía ficha y ocupación en el filial. Luis Enrique se decantó por Yoel, que regresaba de una cesión al Lugo. Sergio solo disputó aquel año tres partidos en Liga y uno en Copa. La situación ha variado. Entonces, sus intervenciones con el primer equipo habían sido escasas. Hoy en día desempeña el papel del más experimentado en su competencia con Blanco.

Al canterano no le molesta que pueda existir la sensación de que el club da por sentada su disponibilidad y que esa pueda ser la razón de la escasa urgencia que concede a su renovación. "No creo que sea ni nada bueno ni nada malo. Significa que hace muchos años que nos conocemos y sabemos cómo vamos y cómo actuamos cada uno de nosotros. No creo que sea ningún inconveniente", asegura el arousano.

Sergio ha contribuido a romper el plan a largo plazo que la directiva había diseñado ya hace años para su portería. En ese ruta, Sergio tenía un papel coyuntural y Blanco ya debía haberse consolidado como titular. El catoirense se ha impuesto a las previsiones; podría decirse que al destino que le estaba reservado. Pero no pasa facturas: "Estoy valorado, estoy jugando. Sé que las personas que están trabajando en el club me valoran tanto a nivel personal, que para mí es lo más importante, como a nivel futbolístico. Sé que tarde o temprano hablarán conmigo y me dirán lo que quieren de mí y yo les daré mi opinión y les diré lo que siento".