"Berizzo, quédate", canta Balaídos a pesar de que el Celta va perdiendo ante el Real Madrid, en lo que será la sexta derrota consecutiva del equipo vigués en la Liga, esa competición que quedó en un segundo plazo para el equipo del técnico argentino ante la imposibilidad de pelear en tres frentes a la vez.

A pesar de ello, el celtismo se muestra contento y feliz por los grandes momentos vividos durante una temporada que está a punto de concluir.

"Orgullosos do noso. Grazas equipo" es el mensaje de una gran pancarta que asoma en la grada de Marcador. Es el sentimiento generalizado de la afición por jornadas inolvidables como la de Mánchester, Krasnodar, Járkov, Atenas, Riazor, Bernabéu o Mestalla, sin contar otras muchas en Balaídos.

El estadio también fue protagonista en febrero pasado por su endeble estructura. Por eso ayer se celebró el partido con el Real Madrid, que llegó al viejo campo de la ribera del Lagares acompañado de varios cientos de aficionados que siguieron cantando mientras el resto de los asistentes acompañaron o siguieron en silencio la interpretación del himno gallego.

Ayer, Galicia estaba de fiesta. El Día das Letras Galegas se mezcló con el fútbol. Los jugadores del Celta lucieron una camiseta conmemorativa de la jornada dedicada en esta ocasión a Carlos Casares. La megafonía relacionó a cada jugador local con una de las figuras de la literatura gallega. A Sergio Álvarez, con Rosalía de Castro; a Hugo Mallo, con el citado Casares; a Pablo Hernández, con Pondal; a Guidetti con Curros Enríquez; a Aspas, con Castelao; a Pione Sisto, con Otero Pedrayo; a Jozabed, con Celso Emilio Ferreiro; a Wass, con Rafael Dieste; a Jonny Otto, con Álvaro Cunqueiro; y a Cabral, con Risco.

Los madridistas tampoco se olvidaron de una de sus leyendas y en el minuto siete de partido, como si estuviesen en el Bernabéu, recordaron a Juanito "Maravilla".

Pero no era cuestión de que los visitantes llevasen la voz cantante en el partido. El celtismo respondió con el ya clásico "Real Club Celta de Vigo", ese cántico que hace una semana se adueñó del centro de Mánchester en las horas previas al partido de Old Trafford, a donde la afición celeste llevó todo su repertorio, como ayer hizo la del Real Madrid en Vigo, donde incluso llegó a solicitar que botase Balaídos cuando Cristiano Ronaldo anotó su segundo gol de la noche. El portugués respondía a los abucheos constantes con dos remates con la pierna izquierda para reivindicar que es el mejor rematador de la historia del fútbol. Pero a pesar de los golpes que el equipo de Berizzo recibía del astro portugués, el celtismo se mostraba orgulloso de unos jugadores que no le perdieron la cara al partido. Suman ya 59 desde que iniciaron la temporada en agosto pasado. Un año inolvidable, que no empaña tanta derrota en Liga ni la actuación del valenciano Martínez Munuera, que decide expulsar a Iago Aspas por caer en el área del Real Madrid. El moañés reclama penalti, pero recibe la segunda tarjeta amarilla. El ídolo local recibe una calurosa despedida de su temporada histórica, porque seguramente se llevará el trofeo Zarra como mejor goleador español de la Liga.

Balaídos se enfada con el árbitro porque no aplica el mismo criterio para la caída de Cristiano Ronaldo en el área del Celta. Llegados a ese punto, y con el partido decantado para el equipo madrileño, el estadio se toma a broma la expulsión de Marcucci, que también recibe una gran ovación cuando cruza el campo hacia los vestuarios, en contra de las recomendaciones arbitrales. Con Berizzo en la grada, tras su expulsión en Málaga, al Celta acabó dirigiéndolo ayer desde el banquillo Bonano, el segundo de los colaboradores del entrenador argentino, al que el celtismo ayer pidió que siguiese un año más en Vigo.

La renovación o no del técnico se conocerá en las próximas horas, antes de que la Real Sociedad, con Eusebio Sacristán al frente, pase por Balaídos para que se clausure un año en el que el viejo estadio acogerá un total de 30 partidos de competición oficial.

El de ayer fue intenso y vibrante, como casi siempre ocurre cuando se trata de la visita de un campeón como el Real Madrid, que tantos amores y odios provoca en todo el mundo. Casi todas las iras hacia los blancos se las llevaron Cristiano Ronaldo y Sergio Ramos.

"Orgullosos dos nosos xogadores" cantaba el celtismo, mientras el madridismo replicaba desde una esquina: "¿Cómo no te voy a querer?". No resulta difícil esa decisión cuando se trata de un equipo con tantos títulos y millones. El mérito del celtismo es otro porque, a pesar de la goleada en contra, la afición despidió con aplausos a sus jugadores.