Si en ese minuto 95, cuando el árbitro rumano miraba con desesperación el cronómetro, Guidetti hubiese encontrado el remate limpio a puerta vacía que imaginó Beauvue, no tendríamos espacio para describir la grandiosidad de la jugada. Resolver una situación límite con una frialdad semejante. Cierren los ojos e imagínenlo. Dejarían en evidencia a "La Máquina" de River, a quienes llamaban los "Caballeros de la angustia" por su afición a buscar un pase siempre de más en el área rival. Pero el balón golpeó en Guidetti, rebrincó hacia atrás y los dos delanteros se quedaron en el campo mirándose, haciendo preguntas uno, buscando respuestas el otro. Las manos de ambos en la cabeza, la imagen de la desgracia en Old Trafford. Hoy todos son preguntas. ¿Por que no disparó Beauvue?, ¿era sencillo del remate de Guidetti?, ¿por qué demonios nunca aparece un rebote salvador cuando se le necesita?

El "chiquito" Romero, portero del Manchester United, describió mejor que nadie la situación vivida. Le preguntaron qué pensó cuando Cabral le dejó el balón franco al de Guadalupe para que éste se lo incrustara a su espalda. El portero argentino arqueó las cejas, suspiro como tratando de reponerse del susto y dijo: "Me vi muerto. Pensé que había otro delantero en el segundo palo al que no había visto y que iba a empujar el balón a portería". Ese, querido Romero, habría sido un final demasiado perfecto pero el Celta aún no ha encontrado el guionista que se los escriba. Seguiremos con las dudas y las preguntas, con el enigma de por qué Beauvue, gran futbolista a un solo toque, rematador compulsivo, justo en ese momento pensó en ejercer de Michael Laudrup. ¿Tan claro vio en pase? Solo él lo sabe. Romero y el United dan las gracias al destino, al rebote salvador. La jugada vivirá eternamente en la memoria de los aficionados. Allí es más fácil convertirla en gol que en el minuto 96 de Old Trafford.