Mánchester es celeste, porque esta ciudad del norte ama al City. Y ayer fue más azul que nunca, porque con el Celta llegó el sol y una marea de seguidores que desde el mediodía comenzaron a llenar la zona centro, para concentrarse en Exchange Square. El punto de encuentro fue la terraza de varios pubs, entre ellos el Sinclair's Oyster Bar. Sí, las ostras persiguen al equipo vigués. Y el buen tiempo permitió que la suave cerveza bajase como si fuese agua. Los cortos de caña los servían a 1,15 euros. Son los precios más baratos de Mánchester y no sufrieron incrementos de tarifas pese a la avalancha de turistas del fútbol. Aquí, el deporte rey y la música son las principales fuentes de ingresos de una ciudad con un gran pasado industrial, pero que cuida con mimo las nuevas fuentes de riqueza.

La cita de la "quedada" del celtismo estaba prevista para las dos de la tarde, hora local, pero los acontecimientos se precipitaron de repente cuando a la una hizo acto de presencia en el lugar el alcalde de Vigo, Abel Caballero, acompañado de su lugarteniente David Regades. Cuando el "mariscal" asomó la cabeza por Exchange Square, el celtismo le recibió al grito de "presidente, presidente", y comenzó a reclamarle a coro que pagase una ronda, a la vez que le preguntaba por el estadio: "Y Balaídos, ¿qué?". El regidor vigués se mostró eufórico ante el fervor de las masas. No solo dijo que todos estaban invitados, los cientos que se concentraban en la plaza, sino que predijo una victoria del Celta en el "Teatro de los Sueños". Primero soltó un 1-2 y "si se tercia: 1-3", dijo el alcalde bilingüe y dicharachero. Los lugarenos, extrañados, preguntaban quién era el personaje.

Como una plaza del Obradoiro, este céntrico lugar de Mánchester se convirtió ayer en el punto de encuentro de quienes han peregrinado a Inglaterra siguiendo a su equipo y utilizando múltiples y variados caminos. Allí estaban los que viajaron en aviones chárter desde Peinador o los que lo hicieron desde otros aeropuertos, como Santiago y Oporto. No faltaron los "cincuenta de Lisboa", que después de muchos contratiempos, con viaje en autobús al Algarve incluido y unas 36 horas de duración de un viaje eterno, estaban por fin en la previa del partido más importante de la historia del Celta. Históricos excelestes como Mario Bermejo o Mirolav Ratkovic no perdieron la ocasión de sumarse a la fiesta. En el mismo lugar donde hace meses se produjeron graves disturbios con seguidores del Sevilla, ayer reinó la fiesta sin incidencias, sin apenas presencia policial. Algunos agentes incluso se prestaban a fotografiarse con aficionados ruidosos y de cánticos fáciles. Para facilitar la convivencia, los chalecos policiales eran azules celestes y alguno colaboraba como guía turístico con su buen conocimiento del español.

Ayer, el celtismo conquistó el centro de Mánchester, por donde se pasearon también muchos aficionados con la camiseta roja del United. Corrió la cerveza, las canciones que componen la sintonía de Balaídos, y muchas ganas de fiesta, a la espera que conquistar también Old Trafford.