Berizzo se ha encontrado en el banquillo del Genk a un camarada de ideario futbolístico. Muy diferentes en trayectoria y carácter, el céltico y Albert Stuivenberg se hermanan en atrevimiento y valores. "Ahora tenemos que jugar a ganar. Siempre lo hacemos. Debemos mirar hacia delante". Cualquiera de los dos firmaría la arenga. La pronuncia Stuivenberg en la rueda de prensa oficial. El holandés se ha revelado como un excelente estratega en su primera experiencia como entrenador jefe, que afronta con 46 años. Había masticado bien qué manual aplicaría cuando le llegase la oportunidad. Su Genk es tan de autor como el Celta de Berizzo, un proyecto reconocible, en el que las formas importan tanto como la victoria.

Una grave lesión de rodilla provocó la retirada prematura de Stuivenberg, al que tampoco se le pronosticaba una trayectoria brillante. Le alcanzó para jugar en el Telstar y el Haarlem. Volvió al Feyenoord, su cuna, para ejercer de técnico en las categorías inferiores. Acumuló alguna aventura exótica en Oriente Medio y mucho oficio en la estructura de la Federación Holandesa. Fue en 2014 cuando Van Gaal lo reclamó como ayudante en el Manchester United. El ex del Barça, en tanto que mentor, ha ejercido en cierto modo con Stuivenberg el mismo papel que Bielsa con Berizzo.

Fue en el pasado mes de diciembre cuando la directiva del Genk decidió apostar por un entrenador totalmente desconocido en Bélgica. Stuivenberg ha disipado cualquier duda. Ha situado al Genk en una zona confortable de la tabla -octavo, con mucha ventaja sobre el noveno, el Standard, anterior adversario vigués-. En Europa ha roto el techo del club, que ni en Europa League ni en Champions había pasado de dieciseisavos. Y lo ha conseguido con un fútbol alegre, arollador en casa y valiente fuera. Pudo comprobarse en el intercambio de golpes de Balaídos, con ambas escuadras copiándose fortalezas atacantes y fragilidades defensivas.

"El 3-2 es un resultado peligroso", advierte Stuivenberg, aunque casi parece contento de verse obligado a atacar. "Sabes que tienes que ganar absolutamente. A veces en un partido te puedes ver en la situación de bascular entre dos opciones. Nosotros tenemos que ganar. Por eso necesitamos un plan claro".

El mérito de lo que ha realizado Stuivenberg se incrementa en el análisis de su plantilla, la más joven de Bélgica, con apenas 22 años de edad media. Algo que el técnico descarta como lastre: "No he visto mucho nerviosismo en el grupo. Todo el mundo vive con intensidad el partido. Hay mucho en juego, pero nuestra preparación no es diferente". Y agradece de antemano el apoyo que esperar en el Luminus Arena. "Es bonito jugar en un estadio repleto. Creo que los chicos se lo merecen. Nuestros aficionados saben que siempre verán a un equipo combativo, que quiere hacer buen fútbol y se atreve a tomar riesgos". Palabras de Stuivenberg que bien podría firmar Berizzo. Ambos han conseguido convertir a sus equipos en la revelación de la Europa League. Se han plantado en cuartos de final con mérito e incluso esplendor. Uno seguirá en liza junto a grandes del continente. Los dos técnicos volverán a separar sus caminos, puede que para no volver a cruzarse. Seguirán siempre unidos en el respeto al balón.