Hay palcos y palcos. En el del Bernabéu, según el barcelonista Piqué, "se mueven los hilos del país", en alusión a la sintonía de Florentino Pérez con el poder económico y político. En el de Balaídos, en cambio, el ambiente que se respira no parece propicio a alianzas y acuerdos, más bien todo lo contrario. Las diferencias entre Carlos Mouriño y Abel Caballero parecen insalvables en estos momento debido a las infraestructuras deportivas que reclama el dueño del club.

El presidente del Celta y el alcalde de Vigo se reencontraron ayer en Balaídos después de que el máximo accionista del Celta anunciase que el equipo celeste abandonará Vigo una vez que construya un estadio y una ciudad deportiva en un municipio limítrofe que facilite los terrenos que le niega el Ayuntamiento vigués.

Pese a estas diferencias, la diplomacia invita a mantener las formas y Mouriño y Caballero se estrecharon la mano antes del partido y ante la atenta mirada de los consejeros y los concejales que forman los equipos de colaboradores de ambos. Sobresalía ayer la nutrida presencia de ediles socialistas, superando en número a los consejeros del Celta.

Tras el saludo protocolario, Mouriño y Caballero, Caballero y Mouriño siguieron el partido sin intercambiar opiniones, en un ambiente frío. Parte de la afición, en una sola ocasión entonó el "Mouriño, atende, o Celta non se vende".