Iago Aspas va abriéndose camino en la selección española, a la que llegó de rebote en noviembre. Sin embargo, el delantero del Celta ha sabido aprovechar las oportunidades que le ha concedido Julen Lopetegui -un gol y una asistencia en apenas una hora de juego-, quien se ha tenido que rendir a la evidencia después de mostrarse reacio a darle oportunidades a un futbolista de 30 años que había regresado a su club de origen tras fracasar en el Liverpool y en el Sevilla.

Pero el talento no conoce límites ni edades y al moañés le sobran condiciones técnicas para triunfar incluso con la selección que fue campeona del Mundo en 2010 y de Europa en 2008 y en 2012. Solo necesita sentirse bien con sus compañeros y cómodo en el ambiente que rodea al equipo.

La Roja, como el Celta, se adapta perfectamente a las condiciones del moañés porque ahí, como en Vigo, coincide con un grupo de futbolistas que manejan las mismas claves de juego y estilo preciosista. Además, Aspas siempre soñó con ser internacional. Lo demuestra con la ilusión que vive esos momentos, desde que Lopetegui le llamó con urgencia en noviembre pasado para cubrir la baja por lesión de Diego Costa.

Parecía una solución provisional para el seleccionador, pero el gallego se ha ganado la confianza de todos en apenas una hora sobre el terreno de juego y con el dorsal 17 de La Roja.

Su irrupción estelar en Wembley no se olvidará fácilmente. Esa noche, Aspas e Isco fueron capaces de empatar un partido que se había puesto muy díficil para España tras los goles de Lallana y de Vardy. Pero cuando estaba apunto de expirar el tiempo reglamentario, el céltico protagonizó en su debut con la selección una obra de arte en uno de los mayores templos mundiales del fútbol. Burló a su marcador para lanzar un zurdazo que se coló por la escuadra de la portería de un desesperado Hart. Isco estableció la igualada en el tiempo de descuento y Aspas se convirtió en el protagonista del partido por su estreno estelar.

Lopetegui consideró entonces a Aspas como uno más de la selección y días después le informó que le quería como extremo derecho. El moañés aprovechó la marcha de Orellana para seguir en el Celta las directrices del seleccionador, que se quedó de nuevo sorprendido por el talento de Aspas tras verlo en El Molinón, donde el moañés anotó un soberbio gol de falta tras superar por abajo a la barrera que saltaba para dificultar el lanzamiento.

Su llamada a la convocatoria de marzo estaba asegurada, pero faltaba por conocer qué papel le reservaría Julen Lopetegui a Aspas en un partido oficial, formando parte de un grupo de veinticinco futbolistas y con la presencia, entre otros, del ya recuperado Diego Costa.

Aspas ya es uno más en La Roja. Lopetegui volvió a darle una oportunidad el viernes. Apenas jugó diez minutos, los suficientes para regalarle una asistencia a Isco -otra vez este dúo brillaba con España, como ocurriera en Londres-, que cerró la goleada ante Israel.

Pero hubo más noticias favorables para el céltico en su estreno oficial con la selección española: todos sus compañeros lo buscaron por el campo para darle el balón, sobre todo David Silva. Así, tuvo oportunidad de intervenir en una docena de jugadas e incluso de intercambiar la posición con Costa, que pasó por costado derecho para dejar al moañés como delantero centro. En esa posición recibió Aspas una pelota, se movió hacia su izquierda y buscó la llegada de Isco, que marcó a continuación.

Aspas había sido el tercer recambio del seleccionador en este partido oficial, pero volvió a aprovechar al máximo la oportunidad en su segunda aparición con La Roja. Jugadores más afines al seleccionador vasco, como Illarramendi, Deulofeu o Morata se quedaron en el banquillo.

Ahora llega el amistoso del martes en Saint-Denis ante Francia para saber el papel del máximo goleador del Celta en la selección española. Llegó como recambio puntual, sin compromiso de continuidad, pero se ha ganado la confianza de Lopetegui porque siempre ocurre algo cuando Aspas juega.