La cantera que salvó al Celta del descenso a Segunda B ha devuelto al equipo vigués a la aristocracia del fútbol europeo, como antes hicieran los Mostovoi, Mazinho, Karpin y compañía. Eduardo Berizzo, jugador entonces y ahora entrenador, aparece como el nexo de unión entre estas dos épocas doradas del club vigués, que ayer se clasificó para los cuartos de final de la Europa League a lo grande: ganando con autoridad en Rusia (0-2), con goles de Mallo y de Aspas, dos de los canteranos que irrumpieron en el primer equipo durante los tiempos del hambre, después de que los excesos de la época dorada de entre siglos llevasen a la entidad celeste al borde de la bancarrota.

Han tenido que pasar dieciséis años para que el Celta entrase por cuarta vez en su historia en el selecto grupo de los ocho mejores de la Europa League, los que a partir de Semana Santa iniciarán un nuevo capítulo hacia la gran final del 24 de mayo en Solna (Suecia).

Con un 4-1 global ante el Krasnodar se presentará el conjunto gallego al sorteo de hoy en la ciudad suiza de Nyon. Ese resultado demuestra que a los de Berizzo les ha ido mucho mejor de lo esperado cuando supieron que el sorteo anterior les había deparado un duelo ante uno de los nuevos ricos de la Liga rusa. Pero el equipo caucásico ha tropezado contra un rival superior, que no conoce límites, ante el que se presentó tras un paréntesis invernal de dos meses sin competir y con la baja por lesión de su máxima estrella, Smolov.

Porque el pichichi del campeonato ruso tampoco compareció en la cita de ayer en el espectacular Krasnodar Stadium. Volvió a echarlo en falta el equipo de Igor Shalimov cuando después de un prometedor comienzo del Celta cercó la portería de Sergio Álvarez en busca del tanto que le clasificase para la siguiente ronda. Pero el gran trabajo defensivo de Mallo, Cabral y Fontás, con la inestimable ayuda de Radoja y de Pablo, El Tucu, Hernández, evitó sufrimientos excesivos al Celta, que llegó al descanso con la ventaja intacta que había obtenido en Vigo la semana pasada.

El Krasnodar sintió entonces prisas por meterse en la eliminatoria y permitió que los de Berizzo pudiesen desplegar su magia en ataque. El primer tanto llegó en una acción de contraataque: Hernández asistió a Guidetti, que escorado a la izquierda ganó la línea de fondo y centró para que Aspas fusilase. El remate del moañés tropezó en Naldo y el rechace llegó a Mallo, que mandó el balón fuera del alcance de Sinitsin, una de las novedades en el once de Shalimov ante el proceso gripal del portero titular, Stanislav Kritsyuk.

El Celta, que había dominado durante la primera media hora de partido gracias al gran trabajo en la presión en campo contrario pero sin crear ocasiones claras de gol, encontraba por fin espacios para dejar casi sentenciada la eliminatoria. Y de nuevo Mallo, su capitán, volvía a marcar un tanto de enorme valor después de vaciarse en labores defensivas para impedir el lucimiento del sueco Claesson: autor del gol de su equipo en Vigo, pero que ayer apenas apareció ante la sobresaliente actuación de un canterano del Celta que sigue llamando a la puerta de la selección.

El Celta había llegado a donde ansiaba cuando comenzó a preparar este partido en tierras rusas: ponerse por delante en el marcador. Lo intentaron los de Berizzo desde el comienzo del duelo, porque no saben especular con un resultado favorable como el que llevaban en esta ocasión. Se plantaron en Krasnodar como en Járkov ante el Shakhtar: buscando la victoria. Para ello, la presión en la salida del balón del rival les dio el dominio de la pelota a los celestes en el arranque, aunque Wanderson fue el primero en lanzar a portería. Sisto también intentó sorprender a Sinitsin, pero el meta despejó a córner.

El danés era el único que se atrevía a romper la defensa por velocidad. Guidetti perdía todos los duelos y Aspas no encontraba el lugar adecuado en su tránsito entre la banda derecha y la media punta, en constantes rotaciones con Wass, que tampoco encontraba una buena dinámica de juego más allá de su gran sacrificio para frenar a Petrov, otra de las novedades. El Krasnodar buscaba a Kaboré, otro de los grandes ausentes en Vigo, para construir el juego ofensivo, acompañado por el talentoso uruguayo Mauricio Pereyra. Pero El Tucu Hernández y Radoja ganaban el pulso en el mediocampo. Así, a los rusos les quedaba el recurso de las jugadas de estrategia. Pereyra puso en apuros a Sergio Álvarez en una falta directa y Claesson lanzaba fuera en otra buena ocasión antes de cerrarse una primera parte muy prometedora para los célticos.

El tanto de Mallo en el minuto 51 le dio la tranquilidad suficiente al Celta para manejar un partido en el que Shalimov apostó por la velocidad de Joaozinho y de Laborde para romper a los de Berizzo por los costados, donde Jonny sufría más de lo deseado.

Con espacios abiertos y la amenaza de la segunda amarilla para varios jugadores de un Krasnodar que se empleó con cierta dureza, el Celta sentenció la eliminatoria en el minuto 79 cuando Guidetti y Aspas pudieron asociarse, por fin, en una combinación en la que el sueco sirvió el balón al hueco para que el moañés se plantase en un mano a mano con el portero y le superase con una vaselina.

El Celta ganaba en Rusia con la solvencia de un equipo con mucho rodaje y oficio en las competiciones europeas, como aquel grupo de jugadores que a finales del siglo pasado y a principios de éste dejaron grandes noches de fútbol en estadios míticos. La trayectoria europea de aquel equipo finalizaba siempre en los cuartos de final: ante Olympique de Marsella, Lens y Barcelona. El que ayer ganó en Krasnodar estaba formado por cuatro canteranos, de los que dos fueron autores de los goles que clasifican a su equipo entre los ocho mejores de la UEFA Europa League. El Celta de Berizzo iguala su techo europeo. Con Aspas, Mallo y compañía está en condiciones de superarlo.