Rusia sufre igual que se ampara en su clima. El General Invierno, que hizo jirones el orgullo de la Grande Armée de Napoleón y congeló a la Wehrmacht alemana a las puertas de Moscú, torpedea las posibilidades de los equipos de fútbol del país, que se manejan con biorritmos inversos al resto del continente. El Celta de marzo se medirá mañana a un Krasnodar que en realidad habita en septiembre.

Las temporadas de la Premier League rusa se estructuran como las demás europeas, a medias entre un año y otro. Sin embargo, solo tres semanas separan un ejercicio del siguiente. Hay que aprovechar el calor del breve verano. La interrupción más larga se produce a mitad de liga, cuando el frío comienza a arreciar. El Krasnodar disputó su último partido liguero de 2016 el 5 de diciembre. Su reestreno se produjo ante el Spartak el pasado 5 de marzo.

"Nosotros hemos tenido un mes entero de vacaciones, desde el 4 de diciembre hasta el 12 de enero", explica Juan José Solla, el preparador físico redondelano del Rubin Kazan. "Ese periodo de pretemporada que en España, en verano, suele ser de cinco semanas, aquí se alarga hasta siete e incluso ocho".

La disputa de la Europa League ha alterado un tanto esos plazos en el caso del Krasnodar, que jugó los dieciseisavos de final contra el Fenerbahce en los días que el Celta lo hacía contra el Shakhtar. "Nosotros empezamos un poco antes porque teníamos la Copa y ellos antes porque tenían la eliminatoria con el Fenerbahce. Su pretemporada habrá sido similar a la de cualquier equipo español", aventura Solla sobre el Krasnodar, que también tuvo que jugar la Copa rusa ante el Ural.

A nivel general, en Rusia se concluye que esta asincronía con los demás rivales les supone un lastre. Aunque Zenit (2008) y CSKA (2005) han conquistado la Europa League no hace demasiado -igual que el ucraniano Shakhtar (2009) en condiciones similares-, seguramente los resultados globales no se corresponden con el potencial de equipos sustentados por el dinero de los oligarcas. Entre los factores que influyen se situaría el clima. "Les afecta a la hora de tener que volver a arrancar en el momento clave de las competiciones europeas, cuando se juegan las eliminatorias. Para ellos es un hándicap", concuerda Solla.

El preparador físico del Rubin Kazan, en todo caso, considera que existen más elementos a la hora de evaluar el estado de Celta y Krasnodar ante su eliminatoria. "Depende de cómo llegue cada equipo. En teoría el Celta tiene el beneficio de haber estar más tiempo en competición y tener más ritmo. También habría que analizar las bajas, que parecen penalizar más al Krasnodar a pesar de que llevan poco tiempo en competición. Sin embargo, han disputado tres partidos muy intensos en la eliminatoria con el Fenerbahce y el otro día contra el Spartak. No creo que estén muy fuera de punto", intuye el miembro del cuerpo técnico de Javi Gracia.

Rusia quiere revitalizar su fútbol. La organización del próximo Mundial es un jalón clave. Su invierno no tiene remedio, aunque sí podría paliarse. "Muchas veces hablamos de que lo ideal sería que se jugase en campos cubiertos", revela Solla. "Con los medios económicos que tienen, técnicamente ya es posible y el fútbol ganaría mucho. En Krasnodar la gente va al fútbol porque hay buen clima. En Kazan, cuando estamos a -15, la gente prefiere quedarse en casa y ver el partido por la tele que ir al estadio. El hockey es el deporte rey porque la gente está caliente, va a ver un espectáculo que es dinámico y está bien montado".