Hace unos días leía: "Ser privilegiados, le dijo el Papa Francisco al cardenal Porras el día de su nombramiento, no nos da derecho a privilegios, nos obliga al servicio a los demás. No te olvides". El arzobispo de Mérida y presidente de Cáritas Venezuela lo ha recordado estos días.

En Venezuela se pasa hambre y faltan medicinas, los niños de entre 1 y 5 años padecen desnutrición, solo en enero de 2017 fueron asesinadas unas 2.500 personas y las fronteras del país son un goteo constante de ciudadanos que emigran para sobrevivir. Pienso que, tal vez a este lado de Atlántico, no somos conscientes de este sufrimiento.

Las palabras del cardenal suenan tan contundentes como verdaderas. Él conoce el país, conoce el régimen y conoce a los chavistas y a quienes les apoyan. Y pese a ello, no pierde la esperanza. Consciente de las raíces mafiosas de un régimen que promete el cielo pero se desentiende de la promoción de la justicia en la tierra, el cardenal Porras no está dispuesto a guardar silencio.