Sus sonrisas falsas, burlescas y burlonas, resumiendo cínicas; les delata su figura (más bien su semblante) a contraluz algo viciosillas y prematuramente envejecidas.

Su prepotencia no tiene límites, cual asíntota no asumen la realidad, que no contempla ni a babor ni a estribor de su quehacer cotidiano, ora porque no están enterados, ahora quieren hacernos creer sus propias mentiras que por burdas no convencen a nadie y menos a ellos.

A todos sin excepción no nos asisten a la ora y buena ora de explicar acontecimientos puntuales que por mor de retrasos y dilaciones conllevan un contencioso nada favorable para los mismos.

Dan la callada por respuesta, lejos de ocultar y tergiversar lo sabido; conduce a unos cauces sin entendimiento propios de un estado sin derecho, impregnándolo de conductas harto difíciles de superar; pues es de cretinos no atenerse a las reglas democráticas vulneradas por muchos.

Vistas así las cosas no podemos cosificar estos conflictos que poco o mucho amenazan nuestra convivencia y sí connivencia.

Por otra parte la socarronería de altos cargos públicos rallan y rayan con el escepticismo de los demás incrédulos y además de confundir y alterar la verdad.

"Reconozcamos nuestros errores y despejemos el horizonte"