El Papa Francisco acaba de decretar la celebración y la inscripción de la memoria de la "Bienaventurada Virgen María Madre de la Iglesia" en el Calendario Romano General, y cuya fecha será el lunes siguiente a Pentecostés.

Entre María y la Iglesia existen relaciones múltiples establecidas por Dios al trazar las líneas fundamentales de su plan de salvación. María es miembro de la Iglesia, porque esta es la única institución a la que se le comunica la vida divina, que poseyó Ella como nadie. Pero es miembro singular y excelentísimo de la Iglesia porque la vida divina se le comunicó a Ella de forma única, por preservación de toda mancha de pecado y por plenitud de gracia.

María es arquetipo de la Iglesia; Dios hizo a la Iglesia institución santa y santificadora, a imagen y semejanza de María. Ella es la Madre Virgen del Hijo de Dios; la Iglesia es Madre, en integridad de fe, de los hijos de Dios, que son todos los regenerados por la gracia(LG 63-64).

María es esperanza de la Iglesia; esta tiene que hacerse cada día más santa en sus miembros copiando las virtudes y la santidad de María; de este modo reproducirá el modelo supremo de santidad, que es Jesucristo.

María es Madre de la Iglesia, es decir, es Madre de todos los fieles. Así lo proclamó el Papa Pablo VI en 1964 y ordenó que el pueblo cristiano la honre e invoque con este título. Esta maternidad es una forma especial de la maternidad espiritual de la Virgen, que nos pone ante los ojos su solicitud maternal con la Iglesia que peregrina hacia el Padre. La Iglesia se siente hija y vuelve los ojos a María como a una Madre en la que confía y se abandona.

El Papa Juan Pablo II ha saludado en muchas ocasiones a María, Madre de la Iglesia. En la homilía de la solemnidad de Pentecostés, en 1981, recordó los principales aspectos y la dimensión misteriosa de esa maternidad de gracia, encomendando a María, como Madre, los cuidados de la Iglesia: "Tú, que has estado con la Iglesia en los comienzos de su misión, intercede por ella. Tú, que estás tan profunda y maternalmente unida a la Iglesia abraza a todos los hombres que están en camino y peregrinan hacia los destinos eternos. Tú, que sirves como Madre a toda la familia de los hijos de Dios, obtén que la Iglesia prosiga con constancia hacia el futuro por el camino de la renovación ¡Demos gracias por la maternidad de María, que se comunicó y continúa comunicándose a la Iglesia! ¡Demos gracias, porque podamos llamarla también Madre de la Iglesia!".

También el Papa Emérito Benedicto XVI ha venerado la memoria de nuestra Madre con este título en numerosas ocasiones: "Y María ofrece continuamente su mediación al pueblo de Dios peregrino en la historia hacia la eternidad, como en otro tiempo la ofreció a los pastores de Belén. Ella, que dio la vida terrena al Hijo de Dios, sigue dando a los hombres la vida divina, que es Jesús mismo y su Santo Espíritu. Por esto es considerada madre de todo hombre que nace a la Gracia y a la vez se la invoca como Madre de la Iglesia" (2011).

"De Marianumquam satis".