Me parece más que innecesario empezar diciendo que estoy en contra de la violencia de todo tipo, de las desigualdades, de las diferentes varas de medir para hombres y mujeres, de los salarios injustamente diferentes... pero no iré a la huelga el día 8 de marzo, entre otras razones, por:

  1. Estoy en contra de toda violencia que atente contra un ser humano, sea hombre o mujer. O animal, ya puestos. Tendríamos que salir a la calle también a gritar contra la extrema violencia que sufren los niños por parte de los pedófilos, de sus propios padres, de sus compañeros de colegio... y esos niños necesitan tanta o más protección que las mujeres o cualquier otro colectivo en riesgo de ser dañado. Habría que salir a gritar contra la violencia de esas mujeres cuya libertad está cercenada en medio mundo, pero que nos da igual porque nos pilla lejos. Y tantas otras violencias que no queremos ver porque nos comprometen demasiado...
  2. Tengo marido, hijos varones e hija. Todos ellos por igual comparten conmigo y se responsabilizan de sus tareas dentro y fuera de casa. Todos ellos son sensibles a los problemas existentes, sean de un hombre o de una mujer. Sin distinción. Porque antes de hombre o mujer, son conscientes de que son personas.
  3. No creo que una huelga que muchas mujeres quisieran secundar pero que no pueden (depende de sus lugares de trabajo en muchísimos casos, no de su voluntad) cambie nada. Cuéntenme ustedes al día siguiente cuántas mujeres irán el día 8 a tomar un café servido por una mujer. O a la peluquería, o a comprar algo atendidas por una mujer que no pudo hacer huelga. Cuéntenme ustedes el día 9.
  4. No me gusta sentirme manipulada por organizaciones que desean hacer suyas de manera confusa las reivindicaciones que deberían ser universales, sin etiquetas, sin siglas, sin consignas políticas.
  5. No creo en una confabulación de machos en contra de las pobres y débiles mujeres, sino en un ejército de personas que lucha por educar y cambiar la mentalidad -de hombres y mujeres- que siguen criando a sus hijos en la sumisión, exagerada devoción y/o miedo al sexo contrario.
  6. No estoy de acuerdo en perder el tiempo con hablar de lenguaje sexista, derrochando miles y miles de euros en publicaciones estúpidas y sosteniendo cargos en la administración pública que dedican su tiempo a nada más que parir inútiles y costosos panfletos e instrucciones que nadie sigue, en lugar de destinar ese dinero a campañas multitudinarias de educación en los colegios, charlas en asociaciones de padres, de vecinos, ayudando a las víctimas de violencia, en lugar de cerrar las casas de acogida o dar portazo a asociaciones de ayuda.
  7. No quiero ir como una borrega a este tipo de convocatorias pseudofeministas. Quiero ir a una manifestación al lado y de la mano de todos esos hombres, niños, adolescentes, abuelos, gays, transexuales, los buenos de verdad, los que también han ayudado -y mucho- a que hoy la sociedad sea más justa que hace unos años atrás.

Queda mucho por hacer, mucho que andar todavía. Pero no olvidemos que también son mujeres las que toman las decisiones que ponen obstáculos en el camino. Mujeres en el poder, mujeres en nuestros puestos de trabajo. Mujeres en casa. Nuestra lucha debería ser contra ellas, contra ellos, contra todas esas personas que no tienen claro que somos diferentes, pero con los mismos derechos y obligaciones. Por esto y por muchas más razones que no caben en este espacio, no haré huelga el 8 de marzo.