El secesionismo es un producto de años, cultivando un precipicio emocional, con una estrategia clara, frente a la pasividad de muchos sectores de la sociedad catalana. Pero lo emocional está saliendo demasiado caro para los catalanes, que siempre han sido pragmáticos, y es momento de volver a la realidad.

Incluso entre los independentistas puede haber algunas fugas de votos, a la vista del efecto devastador: no votarán ni a Ciudadanos ni al PP, pero pueden votar al PSC, un partido que puede beneficiarse mucho de la actual situación, y a la espera de "tiempos mejores" para pretensiones independentistas. Iceta suscita más que sospechas entre los constitucionalistas, por un posible pacto con ERC, pero entre los independentistas puede presentarse como un mal menor fruto del pragmatismo.