Los pasados días 24 y 25 de noviembre se celebró en Catoira un congreso organizado por el Plan Nacional Sobre Drogas, la Xunta de Galicia y el gobierno local. La visión oficialista sobre el cannabis, en la actualidad, un engendro que hermana prohibicionismo y patologicismo, se impulsa desde la posverdad científica, desde argumentos falaces y desde el desdén y la exclusión de otros puntos de vista.

La academia española siempre ha padecido el mal de la endogamia y de la falta de interés por la bibliografía especializada internacional. También de la constante irrupción de los políticos que, engalanados con títulos de excelentes y expertos, la utilizan con una finalidad ideológica y en absoluto científica.

Este congreso ha sido un excelente ejemplo de por qué hace tanta falta el tercer sector a día de hoy. También deja claro el calado universitario actual; me niego a creer que solamente existe esa visión. Por lo que lo más sensato es pensar que lo que aquí se sostiene es una exclusión de aquellas personas que se oponen a un pensamiento que imposibilita cualquier intento de diálogo sobre una regulación responsable.

Y otra evidencia más que el evento ha perfilado es la ineficacia de los planes sobre drogas que se han venido realizando hasta la época. La universidad tendría que ser un lugar desde el que se procure la labor epistemológica e investigativa, hay que dudar, hay que buscar y mirar hacia el exterior.

El cannabis no es mi principal línea de investigación, pero me opongo a la posverdad que se genera sobre él desde ámbitos políticos, universidades y medios de comunicación. Por una epistemología rigurosa y responsable, libre de prejuicios ideológicos y religiosos.