Díaz Yanes vuelve a sembrar tras ocho años de barbecho. Una película de aventuras. Se inspira en un relato inédito de Pérez Reverte sobre las expediciones de Lope de Aguirre y Núñez de Balboa en busca de "El Dorado." Director y escritor ya se habían dado la mano en Alatriste.

En el sigloXVI, España, recién unificada, era la campeona del mundo. Un imperio donde el sol nunca se iba a la cama. Pero Agustín, como buen historiador, supo admitir el borrón. Hacer un mea culpa en nuestro pasado. América no fue descubierta, que ya existía, sino expoliada.

En tiempos de Carlos V corrió la voz de que había en Las Indias una ciudad edificada en oro. Reluciente. Se convirtió en un anhelo, en una obsesión. Casi una ensoñación. Muchos vascos, extremeños y navarros se agarraron a esta descomunal empresa para medrar rápido socialmente. Si no conseguían envejecer como hidalgos quizá podrían poner nombre a ríos y montañas. Quieren ser héroes y terminan villanos. Se comportan como seres salvajes. Pierden la mesura. Si algún día la tuvieron. Son gente brava que se agrupa por regiones. Solo aparcan sus propias rencillas cuando había que porfiar con los indios. Había jerarquías pero también motines e infortunios. La corona no paga a traidores. No se detienen siquiera para enterrar a sus difuntos.

Había muchas formas de saltar al otro barrio. Los caimanes esperaban con el colmillo afilado en el río. Una mordedura de serpiente podía dejarles sin respiración para siempre. Las moscas transmitían enfermedades. Cuidado con las ciénagas de arenas movedizas. Alguno cayó por vómito negro. Extraña que no se mencione a ningún expedicionario con nociones de medicina.

El Pater Vargas participa en la misión. Un dominico que pretende "evangelizar a los salvajes en manos del demonio". Es uno más a la hora de tomar el arcabuz. Se le acusa de doble moral.

También explora la laberíntica selva una atractiva dama casada con un anciano. La obligaron a desposarse a los catorce años. Todos la desean. Más el alférez. Pero ella preferiría estar con un soldado del rey. Un hombre de poca condición pero que ha leído "Tirante el Blanco". Los conquistadores quieren violar a las aborígenes. Pero la codicia es incluso más fuerte que la lujuria de los fornicadores. Ni muestran una gula desorbitada por los frescos manjares tropicales.

Partieron cuarenta hombres en 1538. Un escribano real nos dejó constancia de todo. ¿Cuánto duraría la odisea? Fueron 62 jornadas. Cuando Colón cortó el Atlántico tampoco lo sabía.