Soy un vecino de Valadares, mi vivienda se sitúa en el camino Cañotais, limítrofe con la rotonda de entrada al nuevo complejo hospitalario Álvaro Cunqueiro. A través de esta carta deseo poner de manifiesto los múltiples problemas que, desde la construcción del nuevo hospital, venimos sufriendo los vecinos de sus inmediaciones, centrándome en mi dificultosa y agotadora experiencia personal.

Desde el inicio de su construcción, hace unos seis años, comenzaron nuestros avatares. Pasamos de vivir en un lugar pacífico y tranquilo a un infierno.

Nuestro particular calvario comenzó ya con el proceso expropiatorio, a través del cual nos quedamos sin parte de nuestros terrenos, los cuales fueron valorados con precios irrisorios. Las obras nunca llegaron a finalizarse correctamente: todavía hoy en día convivimos con taludes caídos, entradas peligrosas, accesos angostos, carencia de aceras? Vivir para ver. Uno de los principales problemas es el tráfico. Las vías de acceso al hospital no poseen capacidad suficiente para recibir tanta cantidad de vehículos, las infraestructuras no están en concordancia con la magnitud del complejo. Cada día se producen importantes retenciones. En lugar de coordinar la envergadura del hospital con los accesos al mismo, por parte de la Policía Local se adoptan medidas remiendo, como reducir la velocidad a 30 km/h en una vía de cinco carriles (tres en dirección norte y dos en dirección sur), o desviar el tráfico a otras rotondas del mismo vial colocando conos que impiden cambios de sentido en las rotondas situadas en el frente del hospital, como se está realizando en la rotonda de salida de la VG-20 de Valladares.

Tampoco hay acceso a pie al hospital, ya que las inmediaciones no se hallan urbanizadas. Un vecino de Valladares o Beade no tiene la posibilidad de acceder caminando al hospital por aceras. Tiene que hacerlo por el borde de los caminos o por los arcenes de las carreteras, con el consiguiente peligro que ello conlleva. Lo mismo sucede a otras personas que visitan el hospital y no desean estacionar su vehículo en su parking de pago; se ven obligados a correr el riesgo de transitar caminando por vías no acondicionadas para ello, algo lamentable en pleno siglo XXI. Este riesgo se ve incrementado por el hecho de que haya a todas horas coches mal estacionados por todas partes, tanto en el vial principal, así como en los caminos secundarios. Estos vehículos, además de entorpecer la circulación, en muchas ocasiones nos impiden a los propios vecinos acceder a nuestras viviendas.

Además, cada día nos vemos afectados por la contaminación ambiental y acústica, con sus consecuentes perjuicios para nuestra salud.

Por otro lado, nos han colocado decenas de vallas publicitarias, desproporcionadas tanto en altura como en anchura, delante de las fachadas de las viviendas impidiéndonos completamente la visión del entorno.

Todos comprendemos que el progreso, el crecimiento y el desarrollo de la ciudad tienen un precio, pero los vecinos que vivimos cerca del nuevo hospital lo estamos pagando demasiado caro. Entendemos que los problemas derivados se podrían reducir en gran medida si las administraciones (Xunta de Galicia y Concello de Vigo) atendiesen nuestras propuestas y peticiones, pero no es así: nos sentimos totalmente desamparados, desatendidos v engañados por los organismos públicos. Yo, personalmente, he enviado en los tres últimos años múltiples escritos dirigidos tanto a la Consellería de Medio Ambiente, Territorio e Infraestructuras de la Xunta de Galicia como al Concello de Vigo, de los cuales nunca he recibido respuesta, hecho que puedo demostrar ya que conservo copia sellada de todos y cada uno de los escritos presentados.