En estos días, cientos de curiosos han pasado por esta parroquia. Muchos para acercarse a sus familiares y amigos y otros, simplemente, para ver de cerca lo sucedido.

Se habla de todos los incendios, todos son horribles, dejan destrucción, muerte, desesperación y muchas cosas más, difíciles de describir.

Lo que se vivió en Chandebrito, pasados ya unos días, no tiene descripción posible. Se vivió algo así como una película de terror; algo que nadie querría vivir; algo para olvidar y que, sin duda, nadie podrá olvidar. Aquí, por las circunstancias que fuera, no hubo bomberos para ayudar y, cuando llegaron, ya todo había pasado.

Viendo a mi alrededor con lágrimas en los ojos y con mi mente muy fría no quiero hablar de política ni de políticos. ¿Para qué? Solo quiero decir "lo siento" a las familias de las fallecidas y dar gracias a Dios por que no fuera más trágica esta pesadilla.

También quiero dar las gracias a todas las personas que se preocuparon por nosotros: los que llamaron por teléfono, los que querían venir a ayudar y no pudieron llegar, los voluntarios del pabellón de Panxón que nos hicieron sentir un poquito mejor, la pensión Pura Costas que abrió sus puertas a las tantas de la madrugada para ofrecernos camas, duchas y todo lo necesario. Gracias, gracias, mil gracias.

Y, sobre todas las cosas que se vivieron en un día tan largo de tanto horror y desesperación, doy las gracias a la persona que hizo más de lo que se puede hacer en una tragedia como la vivida aquí en esta parroquia: gracias, Víctor, por estar ahí, por darnos esa información tan esperada y deseada para todos los que no pudimos estar presentes.