Más allá de los cuatro fichajes que realizó el Celta el pasado verano, estamos asistiendo a un cambio preocupante en este equipo. Entre junio y agosto, además de haberse marchado varios jugadores de esta plantilla, se ha ido algo mucho más necesario y fundamental: la intensidad y la atención. Hemos pasado de ver un Celta con alma a ver un Celta vacío, de cartón piedra.

No me atrevo a culpar a nadie, pero sí a expresar unos hechos: los jugadores practican el famoso "tiqui-taca" con la actitud del que está tumbado y entrecruza sus manos bajo la cabeza. No critico el estilo, sino la actitud con la que se lleva a cabo. Parece que nos creemos los reyes del mundo por batir el récord de pases, sin poner más ingredientes al plato. Y los rivales, lejos de vernos de ese modo, nos complican la vida sin mucho esfuerzo porque están metidos en el partido, es decir, atentos.

Se excusa Unzué en que todos los nuevos proyectos necesitan tiempo, aunque no aclara cuánto porque no lo sabe. Me pregunto, entonces, para qué se hacen las pretemporadas, de qué sirven? El navarro transmite una imagen de relajación que los jugadores, por desgracia, han interiorizado. Y lo que es peor, no disimula sus errores: el cambio de Fontás por Roncaglia contra el Girona demuestra que el míster no conoce bien a sus futbolistas, pese a que ha tenido tiempo suficiente para ello, y la reciente titularidad de Rubén, en perjuicio de Sergio, no soluciona el problema de este equipo, que es estructural y, por tanto, no reside en la calidad que tenga un solo jugador.

Las dos victorias que ha conseguido el conjunto vigués hasta el momento se han producido por casualidad. Los síntomas se repiten en cada uno de los partidos, sea cual sea el resultado final. Lo que sucede es que el balón es caprichoso y no hace caso a los méritos. Por eso ganamos 1-0 al Alavés y 0-4 al Eibar.

El entrenador del Celta tiene la suerte de que el presidente Mouriño es más paciente ahora que antes, porque este equipo no está mejor que otros cuyos técnicos ya han sido despedidos. Ojalá la situación mejore y el proyecto no arda como hacen los ninots de las fallas de Valencia, que también son de cartón piedra.